¿qué diferencia un rosado de un clarete?

Por Vinopremier Dario Vinopremier @vinopremier

Los rosados y claretes son dos tipos de vinos diferentes, que muchas veces se confunden entre si y cuyo concepto ha ido cambiando por motivos legales. Actualmente, la Unión Europea ha eliminado de su normativa vigente el concepto de clarete. La actual normativa prohíbe la antigua práctica de mezclar vino tinto con blanco para obtener claretes. Aunque a mediados del siglo XX en nuestro país los vinos más populares eran los claretes o “claros”. Por el contrario el término rosado procede del francés “roseé” muy popular en Provence, una región de Francia.

Si nos centramos en España, habrá mucha gente que se pregunte, ¿un clarete es al final un vino rosado o un tinto? Pues, se trata de un vino que ni es tinto ni es rosado. Esto siempre se ha convertido en un debate que parecía haber acabado cuando la Unión Europea sancionó que el término clairet, su galicismo clarete y anglicismo claret, solo podían utilizarse en la AOC Claret de Burdeaux. En Francia, y países imitadores, la cosa siempre ha estado clara: un clairet es un tinto mientras que en España no.

Todo empieza en Francia. Allí, desde al menos el siglo XVII se elabora una tipología de vino conocida en Inglaterra (país importador por excelencia) como French Claret. Este vino, muy estimado, se convertiría con el tiempo en Bordeaux Clairet, con categoría de denominación de origen controlada. Se trataba de tintos pálidos, de un brillante vestido de color rojo pálido, de poco cuerpo, suaves y frescos, con gran intensidad aromática frutal, que han ido ganado color y estructura hasta llegar a los tintos actuales. Para su elaboración se utilizan variedades de la zona, fundamentalmente Merlot. Bien distintos de los roseé, populares en Provence. El prestigio de la zona hizo que desde el pasado siglo se utilizara el término claret en distintos países.

En España en ese periodo predominaban los viñedos mayoritariamente de castas blancas, muy entremezclado, los vinos tintos tenían poco color, lo que propició el uso del galicismo clarete, que le venía como anillo al dedo, especialmente en las zonas vitivinícolas donde la separación de variedades y la reforma del viñedo estaba más atrasada. Tal era el caso de Cigales, y en menor medida Ribera del Duero, donde la excelente uva Tempranillo se acompañaba de Albillo. O los claretes de Valdepeñas, elaborados nada menos que con un 90 por 100 de blanca Airén y el resto Cencibel (Tempranillo), muy madura.

Sin embargo los rosados, son más recientes. Toman impulso tras el éxito de los rosados de Navarra. Bodegueros como Julián Chivite convierten esta tipología de vino en una moda. Su fama hizo que se extendiera su elaboración por el resto de las zonas vitivinícolas españolas.

En la actualidad, en realidad existen 3 vinos diferentes aunque habitualmente sólo diferenciemos entre rosado y clarete:

  • Rosado de “sangrado” que procede de 100% uva tinta. Se macera la uva pero al cabo de las horas se “sangra” (se separa la parte sólida de la uva del mosto) y se lleva a otro depósito donde fermenta sin los hollejos, es decir sin la piel. Este rosado resulta de mayor calidad.
  • “Rosado de prensado directo” se elabora con mezcla de tintas y blancas, se elabora por un estrujado enérgico y posterior prensado obteniéndose el color mediante una corta maceración. Fermenta sin los hollejos, es decir sin la piel.
  • “Clarete” el que procede de mostos de mezcla de uva blanca y tinta o mezcla de mostos blancos y tintos cuya fermentación parcial se hace en presencia de los hollejos o piel de uvas tintas. ¡Pero nunca mezcla de vinos como se hacía antiguamente!

El rosado se vinifica como un blanco, el clarete como un tinto, por ello se puede decir que el clarete es similar a un tinto de bajo color. De una manera muy simple, podríamos decir que por su forma de elaboración un vino rosado se parece más a un vino blanco, mientras que un clarete se asemeja más a un tinto. Pero esto no siempre es así, pues todo depende del nivel o cantidad de color (antocianos) que estará relacionado con la cantidad de uva tinta que participa en la mezcla, así como también con el tiempo de contacto o de maceración hollejo (piel)-mosto.

Es asombroso que se haya querido autorizar la mezcla de vinos tintos y blancos para hacer un rosado, aunque se trate de remediar el entuerto señalándolo en la etiqueta, bajo los términos de “tradicional” o “mezcla”. Esta práctica, era antes muy habitual en España, donde sobraba vino blanco que había que darle salida y así enmascarar tintos de muy baja calidad.

Tenéis disponibles este tipo de vinos en cualquiera de nuestras vinotecas o en nuetra página web Vinopremier.com

¡Salud a tod@s!

Juana Mari Vergara (Sumiller)


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