Pese a que mis compromisos clínicos y académicos me han mantenido algo alejada de mis columnas, ayer me sentí llamada vocacionalmente a escribir.
Han pasado unos 80 años desde que Freud escribiese dos clásicos de la antropología psicoanaítica: "Psicología de las masas y análisis del yo" y "Tótem y Tabú".
Los fenómenos de masa que se ven en nuestro país a partir del desarrollo del mundial de fútbol, pueden traslucir muchos de los conceptos que Freud elucidara en su teoría.
Por otro lado, existen muchos emergentes clínicos en nuestra sociedad, que hablan de patologías sociales, de padecimientos, de dolor psíquico. Y pueden transparentarse muy bien a través de ciertas reacciones y discursos.
Hoy quisiera referirme a la relación entre exitismo, autoritarismo y violencia francamente evidente en estas épocas mundialistas.
"A mí no me gusta perder ni a la bolita"Esta semana le escuché esta frase a un tal Liberman, luego recordé que es bastante polémico por sus dichos autoritarios en general. Y no es de extrañar. Autoritarismo y exitismo suelen ir de la mano. Quien es autoritario exige la perfección. Desde el capricho y porque sí.
Según Freud, subyacente a todas las culturas se encuentra el mito del Urváter, lo que Lacan luego describirá como el padre de la excepción.El Urváter es un supuesto padre común, un líder que tenía a todas las mujeres, tenía todos los derechos sobre las tierras y mandaba de manera absoluta. Por supuesto que es una historia mítica. Alguna verdad encierra, pero es una construcción que hace Freud.
Lo cierto es que este "padre absoluto" era caprichoso y despótico. Mientras él reina, reina la violencia.Reina el capricho y la falta de solidaridad de unos con otros.Sólo es a su muerte que los hermanos pueden hacer alianzas sociales para convivir de manera medianamente pacífica.
Ahora bien ¿qué tiene que ver este mito con lo que vivimos en el mundial? Cuando atendemos niños en nuestros consultorios, parte de nuestro trabajo es que aprendan a tolerar y a aceptar las frustraciones a través del juego. Perder en un juego, equivale a fracasar. Y nuestra vida en general, no es sólo triunfos. Hay fracasos, pérdidas enfermedad y muerte. No se puede ganar siempre.
Por supuesto que a casi nadie le gusta perder. Nos gusta ganar y eso está bien. Pero mientras tenemos un ejército de psicólogos enseñándole a la gente a aceptar sus limitaciones, tenemos un montón de periodistas deportivos y opinantes de diversas clases que no pueden aceptar la pérdida. El resultado: una sociedad violenta que no acepta las pérdidas y que insulta y maltrata a sus líderes pidiendo que sean este padre absoluto de la crueldad y el capricho. Solamente dejando a nuestros líderes espacio para equivocarse y aceptando que caigan de esta figura del Urváter (que no es otra cosa que la versión primitiva del "guapo del novecientos"), empezaremos a tener una sociedad más sana y menos violenta.
No son para nada casuales los episodios de violencia de género y de violencia entre hinchadas que los argentinos protagonizaron en Rusia. No poder aceptar la pérdida, genera violencia.
En pro de que los lectores no se sientan invadidos por tanto texto, voy a culminar acá. Existen otros emergentes interesantes para analizar sobre el mundial. Pero veré si me siento inspirada a escribir más en unos días o no. No voy a ofrecer garantías, porque eso, también sería ofrecerme como un Urváter absoluto.
Hasta la próxima...