Vista nocturna desde el monte coruñés de San Pedro // Foto: Blog Sin pena ni gloria
Diez y media de la noche. Aunque chispea algo de lluvia vamos con los niños a ver los fuegos artificiales de la Batalla Naval coruñesa eligiendo el escenario único del Monte de San Pedro en el que puedes contemplar de un solo vistazo la majestuosa bahía de la ciudad. El juego de luces con pirotecnia acuática incluida comienza a las 23 horas y la ilusión de los pequeñajos es tremenda. Llegamos y nos colamos por un portón entreabierto. De la oscuridad surgen dos vigilantes que nos dan el alto. Ante nuestra sorpresa nos dicen que el parque cierra a las 10 de la noche y que no se puede acceder salvo que tengamos reserva en el restaurante (¿?). Insistimos en que vamos unos minutos a ver los fuegos artificiales y la única respuesta es si tenemos reserva en el restaurante. Intentamos razonar con ellos, pero no hay forma. Cumplen órdenes y no se puede pasar. Camino abajo vamos advirtiendo a la gente que se dé la vuelta, que allí no dejan pasar. Miradas estupefactas y comentarios al estilo “no lo entiendo, ¡es un parque público!”… Finalmente nos agolpamos cientos de personas y decenas de coches para ver el espectáculo visual en un pequeño mirador cerca del monte de Bens, a un kilómetro escaso. En plena curva de una carretera y con muchos vehículos invadiendo el carril de bajada.
Este pequeño episodio es un buen ejemplo de lo mal que se gestiona a veces la cosa pública. Que el mayor mirador de A Coruña permaneciese cerrado en plenas fiestas patronales justo en el momento en el que se celebraba un espectáculo pirotécnico que nos ha costado a los coruñeses unos 70.000 euros no tiene ni pies ni cabeza. Un simple retraso de un par de horas en el horario de cierre del Monte de San Pedro hubiese bastado para satisfacer a los cientos de personas que nos acercamos al mirador. Por Twitter me han replicado que el motivo pudo ser la alerta amarilla por lluvia y viento. Pues no. En el momento en el que tecleo esto sigue abierto ese restaurante (lo veo perfectamente desde casa) y ya me han comentado que desde hace años ese estupendo parque cierra a la misma hora, haya o no fuegos artificiales. Qué error y falta de visión. Sobre todo para los que vienen de visita a la ciudad. Los que somos autóctonos sabemos de sobra encontrar soluciones de urgencia y nos adaptamos a lo que sea. Pero seguro que más de un turista se habrá quedado sin palabras y sin ver un espectáculo que este año fue de traca.
PD: Lo curioso es que los vecinos de Los Rosales tenemos que soportar de vez en cuando el ruido de fuegos artificiales o bombas de palenque que lanzan desde el restaurante del Monte de San Pedro, donde habitualmente se celebran bodas. El último tracatrá fue hace unos días a eso de la 1 de la madrugada y con nuestra población infantil afortunadamente en fase REM. O no.
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