Entrenando con tus compañeros (tus amigos, tus colegas de equipo aficionado) subes como el que más, aguantando el ritmo colectivo sin apuros y hasta imprimiendo cuando te apetece un pedaleo feroz que deja atrás a todo el mundo. En los últimos meses completaste unas series de calidad buenísimas, bien encajadas entre largos rodajes con la bicicleta. Estás en plena forma, fuerte y fino, y encaras ya la competición que tachaste con una equis en el calendario al inicio de la sesión. Ni en tus mejores sueños pensaste que llegarías tan en forma.
Sé precavido. Hay una serie de factores muchas veces inexplicables que pueden arruinar tus objetivos en un periquete. Lo cual es más frustrante si cabe cuando estás en plena forma y no consigues marcar el tiempo esperado, llegar delante de aquel rival al que pensabas derrotar ahí, en esa prueba. Pero las sensaciones no son una regla matemática, sino un medidor más. Una antesala de lo que puedes llegar a hacer si tu meta no se trunca. Por muchos motivos, en ocasiones externos –errores, mal tiempo, mal cuerpo, caída- y en otras solo nuestros, causados por nuestra propia cabeza.
Claro que llegar como una moto a la competición es de entrada una ventaja. Así que ahí van unos breves consejos para tratar de materializar los entrenamientos en triunfos (personales, no solo llegar el primero), y de no suceder esto para no perder el optimismo. Participar es ya un triunfo en sí.
Modera las expectativas. Hay más corredores aparte de ti, y que se sepa ninguno es cojo. Pero incluso si no colmásemos las expectativas por la razón que fuera, nos dolerá menos si abordamos la prueba con sincera humildad y pretensiones más que modestas. Además, cuanto más moderados sean los objetivos más asequibles serán éstos. ¡No veas el subidón que produce romper barreras inesperadas! Uno tiene que ser ambicioso en la carretera y no tanto por twitter.
Gestiona bien la carrera. ¡Cuántos ciclistas entrenan bien y luego no rinden! Los nervios y la ansiedad hay que explotarlos en el momento adecuado, no salir a lo loco a por todos los ataques, marcar el ritmo innecesariamente, meterse en escapadas equivocadas e ir con la lengua fuera a 100 kilómetros de meta… Los errores tienen también un componente psicológico que debemos calibrar. Si los delante van muy rápido y tú te veías en forma para estar con ellos, trata de seguir a rebufo o déjales que se vayan. Los puertos ponen a cada uno en su sitio.
Abrígate, sobre todo en los descensos. Estudia la temperatura que va a hacer ese día. Y una perogrullada que nunca nos cansaremos de repetir: atención a las caídas, a acercarte demasiado a otro ciclista, al suelo resbaladizo, a las montoneras que a veces ser forman. Toda precaución es poca.
Cuídate en los momentos previos. Come lo necesario, evitando el alcohol, la bollería industrial, las grasas, los espacios con humo. Sin exagerar: hay ciclistas que se rallan tanto con la alimentación, que pecan por defecto y llegan a la competición sin los hidratos de carbono necesarios. Necesitas productos con el índice glucémico elevado, necesitas hidratarte bien antes y durante la prueba, necesitas tomar fruta cada día. No seas maniático: a nadie le va a entrar la pájara porque tomes un pedazo de chocolate antes de la prueba señalada. Por cierto, no cometas errores de principiante: ni se te ocurra matarte a entrenar la última semana antes de la carrera cicloturista con la que llevas tiempo soñando, porque solo conseguirás llegar desfondado el día D. Por cierto, competir es como un examen en el instituto: lo importante es el trabajo acumulado, matarse la previa sirve de poco. Así que distráete la víspera yendo al cine, leyendo un buen libro, pensando en otras cosas que te agraden y te hagan olvidar la paliza que inevitablemente te vas a pegar.
Prepárate para lo peor. ¿Qué sería de los deportistas sin sus fracasos? La vida sigue más allá del ciclismo, aunque hayamos dedicado toda una temporada a preparar un objetivo. Busca alternativas que te alegren un poco la cara, un viaje, un paseo por la montaña. A lo mejor no todo está perdido y puedes enmendar el descosido. Trata de construir un plan B.
Analiza tu situación convenientemente. Encontrar la respuesta nuestros males es difícil: a veces tiene que ver con un problema extradeportivo del que queremos hacer borrón y cuenta nueva que nos ha estresado lo justo para echar por tierra la competición de marras. Una separación no deseada, estrés laboral, una disputa con un amigo… Cuanto antes identifiquemos el mal, antes llegarán las soluciones. Nuestros propios errores son los más difíciles de ver.