Históricamente, la alimentación ha estado ligada al prestigio social y al estatus. Los modos de alimentarse constituyen un medio de afirmarlos frente a los demás y de adquirir prestigio.
Además de necesitar comer para digerir esos alimentos y poder utilizarlos para sobrevivir, para hacer ejercicio, para respirar, para el metabolismo basal, para estudiar, para dar energía, etc. Es algo más que nutrirse, actualmente no comemos solo para sobrevivir, sino para también proporcionarnos placer, facilitar la convivencia, luchar contra ansiedades.
Es un proceso complejo influido por factores sociales, culturales, geográficos, afectivos, etc. por eso nos resulta tan complicado cambiar nuestros hábitos alimentarios, porque están ligados a un componente emocional.
A esto le sumamos que estamos quitando importancia a la dedicación en la cocina y optamos por comidas rápidas y menos saludables.
Desde el prinicipio
Para el recién nacido, alimentarse es un acto placentero y de protección además de satisfacer las necesidades primarias. El bebé experimenta la supresión de una sensación desagradable, el hambre, en presencia de su madre. Además, ésta contacta táctilmente con él, le habla, mira sus ojos, le besa, le atiende. El pequeño no sólo está alimentándose; también está vinculándose a su madre. La ingestión alimentaria del niño da a su madre la ocasión de ser asociada a experiencias gratificantes. De este modo, la madre va adquiriendo a ojos del niño una serie de significados socioafectivos de los que carecía.
¿Hay algún niño que no haya visto recompensado su buen comportamiento mediante una golosina, un caramelo, un pastelito, u otro alimento? ¿Y cuántos hay que se han quedado sin postre, o se han ido a la cama sin cenar a consecuencia de su mala conducta? Se trata de ocasiones comunes en que la comida deja de ser simplemente alimento para desdoblarse en premio o castigo, en aprobación o desaprobación.
Aprendemos a alimentarnos en contacto con otras personas. Desde el nacimiento, comer es un acto social. Y esta sociabilidad del comer se mantiene a lo largo de toda la vida. Hasta el punto de que comer en solitario suele ser una práctica incómoda. El ser humano utiliza la alimentación como vehículo de sociabilización facilitando así, las relaciones humanas. Cualquier evento social tiene un componente alimentario: pastel de cumpleaños, banquete boda, turrones navidad, buñuelos cuaresma, torrijas semana santa, etc. Todo suceso puede ser motivo para reunirse alrededor de una mesa tanto en plano familiar, profesional y religioso.
La gastronomía de cada pueblo, familia o comunidad, es un lenguaje que deja ver mucha información sobre recorrido histórico, disponibilidad de los alimentos, clima, situación geográfica, etc.
¿Por qué comemos unos determinados alimentos y no otros que también podrían proporcionarnos los elementos básicos necesarios para una adecuada nutrición?
En el consumo de alimentos influyen tradiciones y creencias sobre la alimentación. Y existen alimentos que en algunas sociedades se consumen y en otras no.
Mediante la observación y el estudio de los hábitos alimentarios, preferencias, aversiones, elaboración de platos, elección de sabores, etc. se obtiene mucha información sobre un determinado grupo social.
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