Este fenómeno está asociado a la constante emisión a la atmósfera de "gases de efecto invernadero" que están generando un progresivo calentamiento global elevando las temperaturas medias globales.
Los impactos del cambio climático son de gran escala, de carácter irreversible y ponen en riesgo tanto la biodiversidad natural, los ecosistemas productivos como las condiciones de vida de las poblaciones humanas. Sus manifestaciones se registran en el aumento de eventos meteorológicos más extremos como tormentas y huracanes, así como inundaciones y sequías. Las nuevas condiciones climáticas incrementan la expansión de epidemias y enfermedades como la malaria y el dengue. Graves inundaciones son ahora frecuentes, y son una clara ilustración de nuestra vulnerabilidad ante estos cambios climáticos.
La temperatura del planeta está aumentando en forma alarmante debido a la contaminación y ello tendrá consecuencias desastrosas. Este aumento de la temperatura se debe a la actividad humana y cada vez será mayor. La década de los 90 fue la más caliente del siglo pasado y los cambios en este siglo serán aún más drásticos. La temperatura del planeta podría aumentar este siglo hasta unos seis grados centígrados y el nivel de los mares podría subir hasta cerca de un metro. Y serán los países que no se encuentran desarrollados los más afectados por las devastadoras consecuencias: escasez de agua, pérdida de cultivos, aumento de epidemias e inundaciones.
Las formas en que se manifiesta el cambio climático son cada vez más precisas y se encuentran detalladas en una serie de tendencias que se han comprobado en los últimos años. La temperatura global del aire a nivel de la superficie es mayor que en el siglo XIX, las áreas cubiertas por nieve y hielo han disminuido, los niveles promedio del mar han aumentado, así como la temperatura de los océanos. La temperatura sigue aumentando, así como el nivel de los mares. Este aumento en el nivel del mar podría llevar al desplazamiento de millones de personas que habitan en sus costas.
Existe una clara conexión entre el aumento de la temperatura global y la emisión de los llamados gases de invernadero, especialmente el dióxido de carbono -CO2. El incremento de este gas se debe en gran medida a la quema de combustibles fósiles, como el petróleo.