Todos sabemos lo que es la pasión, pero lo sabemos más por poder reconocerla que por poder definirla. Piense el lector un minuto: ¿Qué es la pasión? ¿Cómo se la definiría a un ser de otro mundo que nos visitase?
La tarea, como siempre en este blog, no es trivial. Claro está, nos proponemos elaborar una definición clara y certera de lo que es la pasión.
Nunca (o casi nunca) es mala idea husmear en lo que otros han hecho en relación a lo que queremos hacer. Busquemos, entonces, en el primero de los lugares disponibles, Wikipdia:
La pasión (del verbo en latín, patior, que significa sufrir o sentir) es una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Así, pues, la pasión es una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo. El término también se aplica a menudo a un vivo interés o admiración por una propuesta, causa, actividad, etc. Se dice que a una persona le apasiona algo cuando establece una fuerte afinidad, a diferencia del amor que está más bien relacionado con el afecto y el apego.
En el sentido clásico, la pasión designa todos los fenómenos en los cuales la voluntad es pasiva, es decir, cuando un individuo es pasivo por oposición a los estados en los cuales él mismo es la causa; además, está en especial relacionado con los impulsos del cuerpo. En cambio, en un sentido moderno, la pasión es una inclinación exclusiva hacia un objeto, un estado afectivo duradero y violento en el cual se produce un desequilibrio psicológico (el objeto de la pasión ocupa excesivamente el espíritu).
Está fuera de discusión que tantas palabras nos brindan una orientación de lo que es la pasión, aunque me pregunto si nuestro amigo, el ser de otro mundo, entendería algo de todo esto. Es por ello que decidimos continuar con nuestras inter-consultas.
Fritz Sancho se dedica a la búsqueda de la pasión desde hace cuarenta años. Ha recorrido los cinco continentes, ha entrevistado a más de doce mil personas y ha tomado más de noventa mil fotografías, en relación al tema, claro. Todo ello le ha permitido descubrir su pasión por los teléfonos públicos y, a partir de ello, contar en su interior con el sentimiento que le permita arriesgar una definición:
“La pasión es entrega desinteresada”.
La definición es escueta y tal vez incompleta, pero quizás nuestro amigo, el ser de otro planeta, pueda entenderla mejor que el palabrerío ofrecido por Wikipedia. Fritz señala que, siguiendo su definición, ha descubierto también que le apasionan particularmente los teléfonos públicos que, por mal funcionamiento, permiten llamadas gratuitas a su amada Europa Central.
Sony Tazz, otra estudiosa del tema (y presa permanente de este sentimiento, según aclara), señala que la pasión, por definición, no puede definirse. Lo dice en estos términos:
“la definición de la pasión es el primer paso para no entenderla; en términos generales, proponerse definir un sentimiento es renunciar a comprenderlo cabalmente”. Además, se apresura en alertarnos sobre la presunta relación entre pasión y adicción:
“una pasión descontrolada, degenera en adicción”.
Personajes públicamente reconocidos como apasionados no se destacan por su poder de abstracción. Al ser consultados por definiciones sobre la pasión, contestan con elementos concretos: Boca, mi vieja, los zapatos, mi jer-mu, la Celeste y Blanca, Perón, Chevrolé, El Diego, etc.
Don Caldani, histórico comentarista del Merofondo, vuelve al ruedo desde la pequeña mesa de un bar de dudosa higiene, para hacer sus aportes conceptuales a la discusión:
“Así como los postulados matemáticos pueden demostrarse por el absurdo, los conceptos más complejos pueden ser dilucidados por la comprensión de los conceptos opuestos. Lo anterior es cierto aunque no necesariamente relacionado con lo que le diré a continuación: me gusta ver al orden y al bienestar como conceptos incompatibles con la pasión. No me pregunte por qué, mire un poco cuáles son los países internacionalmente reconocidos como apasionados (los latinos) y cuáles son reconocidos como lo contrario (los sajones y los germanos). Pero lo más inquietante (relacionado también a lo antes dicho), me parece, es descubrir que detrás del orden y el bienestar se encuentra la justicia. Y esto explica que grandes apasionados hayan encontrado la fuerza de su pasión en situaciones de injusticia, que no les dejaba más opción que luchar contra ella, como Jesucristo, Gandhi, la Madre Teresa, el Che Guevara o Luther King, aun a costa de su propia vida”.
Luego de comentarios tan lúcidos, Don Caldani comienza a desvariar y a ramificarse en los temas, producto quizás de la décima cerveza artesanal que adorna su mano derecha, por lo que damos concluido nuestra rueda de interconsultas con él.
El aporte de Don Caldani resulta muy interesante, pero no nos ayuda a explicar ciertas pasiones que, en un primer vistazo, no se relacionan con la injusticia, como la pasión por el fútbol que gozan (o padecen) pueblos como el argentino y el brasileño (aunque es conveniente aclarar que se trata de dos pueblos latinos, desordenados y acechados por la injusticia).
Digerido todo lo anterior, estamos en condiciones de postular una nueva definición libre de los defectos repasados hasta el momento:
“La pasión es un sentimiento de altísima intensidad, motivado por una entidad externa, que conduce a la persona que lo vive a estar dispuesta a sacrificarse enteramente por ella.”
Nuestro amigo de otro mundo tendería a comprender, pero seguramente le quedarían consultas por hacer, como:
- ¿Por qué se genera ese sentimiento?
- ¿Qué cosas son esa entidad?
- ¿Por qué hay países (culturas) con diferente predisposición a ese sentimiento?
- ¿Es buena la pasión?
- ¿Puede cualquier persona vivir una pasión?
- ¿Puede buscarse y encontrarse la pasión?
- ¿Pueden los odontólogos y los contadores estar apasionados por sus profesiones?
Las preguntas son válidas y más que apasionantes...
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Fuente: http://www.merofondo.com.ar/blog
http://www.poesiagt.com