Han instalado en el poder a los comunistas y a los separatistas y golpistas que odian a España, han perdido aliados en todo el mundo, se han sometido a Marruecos, que es nuestro peor enemigo potencial, han decepcionado a los socios europeos y de la OTAN, han traicionado a los saharauis, han llenado el país de inmigrantes ilegales, tratan mejor a los que llegan que a los que están aquí trabajando desde hace generaciones, han tergiversado la Historia de España y han entregado el poder a la chusma, que se ha encargado muchas veces de robar y corromper.
Han deteriorado los servicios públicos, han comprado medios de comunicación y voluntades con dinero público, ha marginado y acosado a los disidentes, han llenado el Estado de enchufados, amiguetes y sinvergüenzas, han elevado la mentira a política de Estado, han esquilmado a los ciudadanos y empresas con impuestos abusivos e injustos, han exterminado a las clases medias, que eran la columna vertebral de la prosperidad española, han convertido en imposible la compra de pisos por los jóvenes y su emancipación, han premiado el mal y castigado el bien y han creado un país de chorizos y de ciudadanos asustados y preocupados por el futuro.
Además, han acuchillado la democracia y la han dejado en agonía, han construido un Estado que es el más odiado por sus ciudadanos en toda Europa y capitanean una clase política que está profunda y seriamente divorciada de la ciudadanía..
Pero, sobre todo, han empobrecido al país, económica, política y moralmente, convirtiéndolo en un estercolero donde los valores se asfixian entre los excrementos y en el que las mafias, los delincuentes, los vagos, los maleantes y los adictos a la limosna y la subvención se sienten a gusto.
¿Alguien se atreve a señalar que es lo peor del sanchismo entre tanto barro sucio, mal olor, boñigas y vicio?
Francisco Rubiales