El Estado, poco a poco, desde la explosión del liberalismo, ha ido recortando la libertad hasta dejarla reducida a la libre expresión y poco más. La mayoría de los europeos actuales no pueden disfrutar de la verdadera democracia, no pueden participar ni influir decisivamente en la política, no pueden evitar que sus líderes sean corruptos y a veces delincuentes, no pueden destituir a los malos gobernantes, tienen que pagar los impuestos que quiere el poder, aunque sean injustos y su palabra vale menos que la de un policía ante los tribunales. Tampoco pueden portar armas para defenderse de los muchos criminales que pueblan sus ciudades, ni disfrutar de derechos garantizados por las constituciones, como el derecho a una vivienda digna y a un puesto de trabajo para vivir con dignidad y mantener a su familia, ni a informar y ser informado con independencia y verdad, ni a ser juzgado en igualdad de condiciones con los más ricos y poderosos, ni a disfrutar de igualdad de oportunidades frente a los políticos, los millonarios y los amigos y familiares del poder, ni a recibir subvenciones y ayudas públicas con justicia y equidad.
La libertad, en el mundo actual, es más una sensación que una realidad porque hay derechos y libertades fundamentales que no se respetan y los humanos ni siquiera pueden vivir sin miedo en las ciudades, donde cada día es mas necesario encerrarse en los hogares, detrás de puertas blindadas y armados para defenderse de potenciales asaltantes.
¿A qué más quiere el poder que renunciemos? ¿Por qué hay que elegir entre Libertad y Seguridad, cuando ambos derechos son compatibles? ¿No nos damos cuenta de que la Seguridad no existe porque los gobiernos son incapaces de garantizarla?
Es más, la libertad es condición irrenunciable para que exista seguridad. Los países esclavos son más inseguros que los libres y ese es un hecho constatado en todo el mundo a lo largo de la Historia.
Las actuales guerras de Rusia-Ucrania y de Israel-Palestina son dos ejemplos de demolición de la libertad. El odio está siendo utilizado como palanca para conseguir poder, dominar a los ciudadanos, suprimir los valores e imponer un nuevo orden, dominado por la inseguridad y el miedo, sin que los ciudadanos puedan o se atrevan a cuestionar ese brutal cambio.
Si las policías fueran mas eficientes, si tantos agentes no fueran dedicados a cuidar de los políticos y se dedicaran a cuidar del ciudadano, si nuestros gobernantes no hubieran invadido Irak bajo motivos falsos, si no hubieran y alentado la destrucción innecesaria de Libia y Siria, es más que probable que el feroz terrorismo actual no existiera. Si los países africanos no hubieran sido empobrecidos y explotados en la etapa colonial y después abandonados en la pobreza, quizás las oleadas invasoras de inmigrantes famélicos no serían hoy tan enormes. Si nuestros gobiernos hubieran estimulado los valores y la virtud en lugar del aborregamiento de las masas, si hubieran premiado la virtud en lugar de utilizar en exclusiva el castigo y la represión, seguro que nuestra sociedad sería mas noble y decente y con mas capacidad de integrar a los que llegan. Si la distribución de la riqueza hubiera sido más justa, sin el lacerante escándalo de que las cien personas mas ricas del planeta posean mas riqueza y bienes que la mitad de la población mundial, seguro que en estos momentos no estaríamos debatiendo si la seguridad es mas importante que la Libertad o viceversa.
El gran problema de nuestro mundo es su clase dirigente, una tribu espeluznante de tipos sin valores ni sentido del liderazgo que lleva siglos mandando sin resolver los dramas de la Humanidad y sin solucionar ni uno solo de los problemas que nos acosan: hambre, delincuencia, explotación, injusticia, violencia...
Casi todos los males del mundo se deben al pésimo liderazgo y a la escasa calidad humana e intelectual de nuestra clase dirigente, que ha adoptado resortes malignos para gobernar. Tipos tan canallas como Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot y muchos otros, incluyendo a una larga lista de teóricos demócratas del pasado y actuales, han causado al mundo daños terribles y han sido portadores malvados de injusticia, dolor y muerte.
Los malos políticos nos han conducido hasta las grandes crisis, las guerras, los exterminios étnicos, las hambrunas, la pobreza, el desempleo masivo, la falta de esperanza, la inseguridad y el miedo.
Echad un vistazo a los medios de comunicación, sobre todo a las televisiones, y descubriréis con estupor que se están magnificando los crímenes, los asesinatos, los asaltos, las violaciones, el peligro de los inmigrantes, el poder maligno del terrorismo y otros aspectos de la actualidad que provocan pánico en la ciudadanía.
El verdadero debate, el que interesa a los ciudadanos, aunque no a los políticos, no es el de "Seguridad o Libertad", sino el de "Si controlamos e imponemos grandes exigencias éticas y psíquicas a nuestros dirigentes o seguimos permitiendo que nos gobiernen rufianes, corruptos e ineptos".
Si lográramos desplazar del poder a los rufianes y colocáramos en su lugar a personas ejemplares y dignas, el mundo empezaría a cambiar como un calcetín y, por supuesto, a mejorar a grandes zancadas. Con las personas buenas también cambiarían las normas y reglas del poder y el odio y el miedo sería sustituidos por la colaboración, la solidaridad y el amor.
Pero las élites que controlan el mundo prefieren que discutamos si queremos Seguridad o Libertad, siempre procurando que elijamos la seguridad para ellos incrementar siempre su dominio sobre el mundo. Y la manada siempre obedece a sus pastores.
Francisco Rubiales