¿Qué es realmente una mujer?
Es verdad, los hombres somos hombres. Seres con la capacidad de soportar duras adversidades y de tener una doncella de primera clase a su lado… pero, ¿Qué es un hombre sin una mujer?… Simplemente nada.
Con esto, no pretendo desprestigiar a nadie ni ganar puntos a mi favor, simplemente los errores del pasado y la experiencia del tiempo, te hacen mejor persona.
La gran mayoría de nuestras damiselas nos sirven casi de por vida. Nuestra mejor amiga después de nuestra madre, sacrifica cada segundo de su vida, algunas veces llevando al límite su cuerpo para darnos alegría con su presencia y salvaguardar esa difusa emoción llamada ´´amor´´.
Olvidamos el tesoro que nos asiste. Un tesoro que no está en el mar, pero que algún pirata resentido desearía poseerlo. Para ser aptos de su amor, le entregamos el cielo como reino, las estrellas como súbditos y la luna como la lámpara que enfoca sus pasos en la oscuridad. Nos convertimos en su héroe de fantasía, su protector, su insigne caballero… y hoy cuando erradamente nos creemos sus dueños, aquella princesa que soñaba con ser la reina de nuestro universo, extraña esa fantasía en su mundo de plebeya.
Esos son los momentos que alimentan la angustia y soledad. Cuando una relación se enfría, cuando todo se vuelve rutina, cuando en medio de tanta gente todo se vuelve soledad. Olvidamos quienes eran, no miramos los muros que se levantan sobre ella, extinguiendo lo que alguna vez era fuego… un fuego que se convierte en hielo hasta que se derrite, para después evaporarse y desaparecer.
Sea lo que sea una dama, su color, su contextura, su oficio, su personalidad es una reina donde se posen sus pies… de ellas venimos, con ellas vivimos, y por ellas morimos.