Hasta ahora, y quizás dado a nuestro sistema educacional, se ha evaluado la inteligencia a través del coeficiente intelectual (CI), que aunque evalúa diferentes aspectos, está lejos de ofrecer una imagen global de la persona. Esto no sería mayor problema si se tuviese en cuenta su limitación y se tomasen medidas para compensarlo, como pruebas adicionales para calcular los niveles de otras inteligencias como la emocional o la social. Pero lamentablemente éstas, además de ser de difícil medición en formato test, no suelen tomarse en consideración, y de ahí que las puntuaciones del CI no puedan predecir el éxito en la edad adulta. Porque, quién puede esperar que un ejecutivo sea ascendido cuando no puede establecer buenas relaciones con su equipo de trabajo? Y estas personas no sólo sufren económicamente, sino también, y en gran parte, emocionalmente (problemas de pareja, etc.). En edades infanto-juveniles esto suele traducirse en dificultades de relación con los compañeros, que no son siempre detectadas en la escuela y suelen ser una preocupación habitual de los padres. ¿Qué perfil de niños son susceptibles de tener estas dificultades? Aquí dentro cabrían diversos perfiles tales como: niños dentro del Espectro Autista de alto funcionamiento, Aspergers, Trastornos por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastornos del Aprendizaje no Verbal (NLD), Trastornos de la Comunicación Social u otros similares.
Para ofrecer ayuda a estos colectivos, Michelle Garcia Winner, logopeda y pionera en el concepto de Social Thinking, ha creado un nuevo marco de tratamiento para mejorar sus habilidades sociales, sin tener como punto de referencia la “etiqueta” del diagnóstico. Padres y profesores también están utilizando su método para aflorar el pensamiento social y las habilidades que ello requiere en los estudiantes. Lo innovador de este método es, entre otros, que no se entienden las “habilidades sociales” como la enseñanza de normas. Y esto es porque muchos niños, y sobretodo este colectivo con niveles de inteligencia entre “normal-baja y muy por encima de la media”, saben bien cuáles son las normas sociales, pero no las sutilezas que ellas esconden. Para ello, esta autora junto con su equipo han elaborado diferentes programas de intervención para cada colectivo. Entienden, además, que la enseñanza del Pensamiento Social es de relevante importancia para todos y, en concreto en los niños, para que puedan ser eficientes durante su etapa escolar y continuar con éxito durante la edad adulta. Para más información pulse aquí.