Cualquier suceso, circunstancia, o hecho imprevisto que pudiera acaecer es tomado, con carácter general, como un evento.
Pero crear un evento para Branding implica que, él mismo, ha de poseer su propia autonomía, su valor argumental significante que dé expresión al mensaje corporativo hacia el deseo de originar marca.
Una de las funciones de un evento, es la que se concibe bajo un marco de coherencia en el cual, el hecho de "ser algo real", define la posibilidad de un mundo o una situación posible que justifique la finalidad de acción encontrada por quienes participan de la experiencia. Es interesante esta relación entre acontecimiento y usuario, puesto que las motivaciones del individuo que interactúa y es receptor del contenido, le llevarán a intervenir de una determinada manera.
En definitiva, el usuario percibirá tal práctica como verdadera de acuerdo a la realidad y a la fuerza comunicativa de la experiencia en una sociedad determinada, o en su caso, dependiendo del tipo de empresa que la emprenda.
Tener en cuenta el punto de partida del evento, es posibilitar el soporte físico sobre el que se apoya el desarrollo de la exhibición, es decir, el terreno de su representación, así como, la operatividad de su dimensión que en cada momento depende de la participación exterior. Será pues, donde el lugar para la experiencia no reproduce nada anterior, sino la toma de conciencia de lo vivido en ese instante.