¿Qué es una asesora de lactancia?

Por 1maternidad_diferente
Sofia Bagües, presidenta de Fedalma (Federación Española de Asociaciones Pro-Lactancia Materna), afirmaba recientemente en su intervención durante el congreso de la entidad, que los grupos de apoyo a la lactancia seguimos teniendo muy "mala prensa" entre la sociedad en su conjunto. Mala imagen, vaya. Todavía hay un gran porcentaje de personas que asocia "asesora de lactancia" o "grupo de lactancia" a extremismo o radicalismo, calificando a las personas que allí acuden como "talibanes" o "miembros de una secta".
Me vienen a la cabeza las miradas sorprendidas de los miembros del comité de lactancia de un hospital de la zona en la que ejerzo como asesora. Me invitaron a participar en dicho comité en representación de las madres y parece ser que gran parte de los allí presentes se quedaron asombrados de ver a una mujer normal, dando opiniones mesuradas y razonadas a lo que allí se trataba e incluso haciendo alguna propuesta interesante y más que coherente. Tan sorprendidos se quedaron, que el responsable de pediatría me pidió que impartiera alguna "sesión clínica" explicando en qué consiste exactamente la labor de una asesora de lactancia.
Y, dada la confusión que parece existir sobre el término, me gustaría dar mi propia explicación al respecto sobre lo que es y lo que no es una asesora de lactancia.
Una asesora de lactancia es:
  • Ante todo, madre. Conozco excelentes consultoras de lactancia, matronas y otras profesionales con mucha formación en lactancia. Pero la asesora de lactancia no es ni profesional sanitario (o si lo es, deja de lado ese rol cuando ejerce como asesora) ni consultora, sino una madre que se coloca en una relación de igual a igual con el resto de las mujeres cuando acuden al grupo de apoyo. Su papel como madre, el hecho de haberse enfrentado a los retos, desafíos y gratificaciones de la maternidad, le ofrecen una perspectiva única y empática desde la que comunicar con las asistentes al grupo en una situación de completo entendimiento.
  • Madre lactante. Es requisito imprescindibles que la asesora de lactancia (que no la matrona, o la consultora, o la enfermera) tengan experiencia amamantando a sus hijos. Pues de la propia experiencia parte su inquietud, su búsqueda del conocimiento y su deseo de compartir, acompañar y ayudar a otras madres en la misma experiencia que ella ya vivió o sigue viviendo.
  • Voluntaria. La asesora de lactancia entrega su tiempo (y muchas veces también su dinero), sin recibir nada a cambio, para formarse y adquirir conocimientos, pero también para ejercer su labor como asesora en el grupo de apoyo a la lactancia. Las hay que llevan grupos semanales, otros mensuales y las hay que incluso invitan a las madres a sus casas cuando las llaman en busca de ayuda. La que más o la que menos dedicará al menos cuatro o cinco horas semanales entre formación, coordinación del grupo, respuesta a consultas telefónicas o por mail, asistencia al grupo de apoyo, reuniones con profesionales de su entorno, etc.
  • Muy formada. Para poder ayudar y asesorar a otras madres la asesora requiere cientos de horas de formación, ya sea en cursos, congresos, seminarios y jornadas o leyendo libros y publicaciones especializadas tanto en castellano como en otros idiomas. Pero no solo acumula conocimientos sobre lactancia, sino que la asesora también aprende a basar su consejo en la evidencia científica, a dejar en casa los prejuicios personales, a escuchar y a empatizar, a modular su discurso, a gestionar un grupo para que todas las madres se sientan protagonistas. No es solo experta en lactancia, sino también en dinámica de grupos, en empatía y en resolución de conflictos.
  • Humilde. La asesora de lactancia puede usar su experiencia personal como punto de partida para explicar o ilustrar alguna cuestión, pero no se convierte en la protagonista del grupo o del discurso. Coordina, modula y modera un enriquecedor debate entre todos los asistentes, demostrando que las propias mujeres con experiencia en lactancia son capaces de resolver las dudas de otras que todavía dan los primeros pasos en el camino.
  • Empoderada y empoderante. La voluntaria que trabaja como asesora en el grupo de apoyo debe ser, necesariamente, una mujer segura de sí misma para haber recorrido todo el camino que le ha llevado hasta la asesoría de lactancia. Pero no por estar empoderada debe olvidar su papel empoderando a las mujeres a las que acompaña. Hablará desde el respeto, ayudará y animará a las madres a tomar las riendas de su lactancia, ofrecerá orientación en la resolución de los problemas y conflictos sin convertirse ella misma en motor de la solución, sino actuando simplemente como chispa o empuje de una acción positiva y de mejora. Ofrecerá a las mujeres herramientas y recursos para sentirse más segura de sus decisiones. Ofrecerá opciones y alternativas, pero nunca caminos cerrados, dejando siempre en manos de los padres las decisiones que afecten a la crianza de su bebé.
  • Dialogante. El 80% del trabajo de la asesora consiste en ver y escuchar. Si no está abierta y receptiva a oír con la mente y con el corazón, no será capaz de establecer un diálogo y su actuación será un monólogo inconsecuente en el que la madre no se sentirá reconocida, escuchada o acompañada. Sentarse al lado de las madres, llorar con ellas, validar sus sentimientos o ayudarlas a buscar un pañal son labores tan gratificantes como reconocer un problema de succión. La asesora de lactancia no debe de dejar que un "buen diagnóstico" le estropee una gran historia. El hecho de saber ver y reconocer un frenillo no implica suspender en escucha o en empatía. A veces un "entiendo que estás pasando por una situación muy dura" ayuda más que una lección magistral sobre un "asimétrico extremo".
  • Paciente. Los bebés no están siempre dispuestos a mamar y las madres no están siempre dispuestas a quitarse la ropa delante de otras mujeres para intentar un afianzamiento espontáneo. La asesora de lactancia siempre debe estar atenta y vigilante y saber cuándo es el momento adecuado para actuar o para sugerir. Aunque eso tampoco implica que la asesora esté acechando cada vez que una madre se saque el pecho para diagnosticar problemas de succión o cualquier otra afección. La madre siempre tiene que dar el primer paso y la asesora no puede hacer el camino por ella, sino solo acompañarla y animarla a lo largo del mismo siempre y cuando la protagonista de la lactancia quiera.
  • Solo asesora. Decía Sofía Bagües en su misma intervención que muchos grupos de lactancia se están convirtiendo en mercadillos. Por mucho que algunas asesoras sean (seamos) doulas, expertas en porteo, monitoras de masaje o profesoras de yoga, en el grupo de lactancia solo somos asesoras y madres. La asesoría es un voluntariado, que se debe realizar en tanto en cuanto ofrece una satisfacción personal derivada de ayudar a personas afines. Jamás la asesoría de lactancia debe tener segundas intenciones ni el grupo de apoyo debe ser una fuente de reclutamiento de posibles clientes.  
Pero una asesora de lactancia no es:
  • Juez. No juzga, no critica, no etiqueta. No debe tratar peor a una madre porque saque un biberón para alimentar a su bebé o distinguir entre lactancias de primera o lactancias de segunda. Su deber es ofrecer opciones y ayudar a las madres a conseguir la lactancia que ELLAS quieren. En ningún caso, la asesora presiona o coacciona a las madres para que se ajusten a un ideal de lactancia con el que no se sientan identificadas.
  • Radical. La asesora de lactancia puede no compartir los estilos de crianza o las decisiones personales de algunas de las madres que acudan al grupo, pero eso no debe influir en su ayuda o actitud hacia las mismas. Cada mujer debe encontrar su camino y nunca es potestad de la asesora tomar decisiones en su lugar o hacer sugerencias no solicitadas.
  • Una hippie, naturista y vegetariana, que no se depila las axilas. Haberlas haylas, como las meigas. Pero las asesoras son mujeres normales, muy formadas, normalmente con estudios superiores y volcadas en la ayuda a los demás. Las hay hippies y las hay que son profesionales de éxito, emprendedoras, directivas o simplemente mamás. Las hay vegetarianas y carnivoras. Las hay depiladas y sin depilar.
  • Acosadora. La asesora debe saber limitar su nivel de implicación en las lactancias ajenas. No debe llamar o buscar a una madre que no vuelve al grupo o preguntarla si operó el frenillo o no. Su papel es tender la mano y ofrecer una ayuda que las madres deciden si aceptar o no.
  • Salvadora de lactancias. Una buena asesora de lactancia entiende que los únicos protagonistas son la madre y el bebé. Ellos son los que deben luchar por su lactancia y adecuarla a sus propias metas e ideales. Ninguna asesora debería considerarse salvadora de lactancias o luchadora en pro de los derechos de los bebés, ya que su papel es el de ayudar, orientar y acompañar.
  • Cirujana, endocrina, alergóloga. Las asesoras de lactancia conocen la posibilidad de operar un frenillo, pero no por ello están capacitadas para informar sobre las ventajas y riesgos de dicha intervención en cada caso concreto. La asesora puede conocer la influencia de ciertas hormonas en la producción de leche, pero eso no la convierte en una endocrina capacitada para evaluar los niveles de prolactina o de tiroxina. La asesora sabe que ciertos componentes de la leche de vaca pueden pasar a la leche materna y producir algún tipo de reacción en el bebé, pero eso no la convierte en una alergóloga. Ni ella debe tomar este papel ni los padres pedirle que lo hagan. Una buena asesora sabe derivar hacia los profesionales sanitarios cuando es necesario, y, con suerte, conocerá a algunos de su entorno con conocimientos y respeto por la lactancia materna.

Y una asesora de lactancia, normalmente, tampoco es:
  • Un teléfono de asistencia 24 horas. Es cierto que cada asesora modula su nivel de implicación en la asesoría y en el voluntariado. Las habrá que solo ejerzan como asesoras en el seno del grupo y las habrá que ofrezcan su teléfono las 24 horas del día para resolver dudas. Pero eso no implica que los "usuarios" de la asesoría deban presionar o exigir a una asesora algo que ella no quiere dar voluntariamente.
  • Un servicio de ayuda a domicilio gratuito. Las asesoras de lactancia somos mujeres con familia, hijos, trabajo y todas las ocupaciones de una mujer cualquiera. Normalmente no podemos dejar a nuestros hijos o nuestro trabajo para desplazarnos a la casa de otra persona a resolver sus dudas o problemas in situ. Es cierto que hay algunos grupos de apoyo que ofrecen este servicio, de manera altruista, a cambio de una tarifa o bien financiados por algún organismo público para ejercer esa labor. Pero eso no implica que todas las asesoras ofrezcan ese servicio o ese nivel de entrega al voluntariado. La madre que quiera una ayuda a domicilio siempre puede contar con una doula para un apoyo posparto más genérico o con una consultora de lactancia, que sí suelen ofrecer entre sus servicios las visitas a domicilio.
Seguro que me dejo muchas cosas en el tintero y que este post será completado y revisado con el tiempo y con vuestras aportaciones, pero hasta aquí llega mi reflexion de hoy para aclarar qué es y qué no es una asesora de lactancia.