Pues ahora, en 2017, podemos constatar que el mismo humo ha entrado en el Templo del Arte.
En Madrid, el Museo del Prado y el Museo Thyssen solían ser una garantía de calidad, donde el espectador no iba a ser sometido al deleznable espectáculo de la engañifa del arte moderno. Pero ya no. En este mes de diciembre 2017 tenemos ya la prueba de que ambos han sido poseídos por el humo de Satanás. Ambos han caído en el fraude, el mercadeo y la mentira que describo en mi libro Arte, profanación y magia negra.
Empecemos por lo menor: la exposición Picasso-Lautrec en el Museo Thyssen que nos lleva a una sencilla conclusión sin mayor dificultad ni demora: Picasso, en su juventud, se parece a Lautrec, pero en malo.
A lo largo de la exposición, las obras de ambos artistas que tratan temas similares se exponen juntas, para que podamos admirar la filiación entre el aristócrata de Albi y el pintor malagueño. Se supone que esta yuxtaposición ha sido pensada para resaltar qué buenos son ambos... Si no... para qué, digo. Me temo que el resultado no es el que se buscaba. Un ejemplo bastará. Que el lector juzgue por sí mismo.
En el siguiente dibujo al carboncillo, Lautrec describe a una pareja bailando. Con su trazo gracioso e irónico, como gran caricaturista que era, nos expresa el movimiento de la pareja bailando, el contoneo de las caderas de la mujer. Estamos probablemente en el Folies Bergères. Gracia y expresividad de la línea, feminidad del movimiento y cierta elegancia del bailarín...cuánto sugiere Lautrec con casi nada. Una delicia.
¿qué interés artístico tiene esta segunda obra? Ninguno. ¿qué calidad pictórica tiene? Muy escasa. Es una obra mala, y todavía se nota más colgando a Picasso junto al gran Lautrec.
¿Por qué colgar esta obra entonces?
Muy sencillo: primero, porque al estar firmada por Picasso, ya se le supone un valor artístico per se, incluso financiero, porque se puede especular con ella. Y cuanto más se exponen las obras, más crece su fama y su pedigree, luego también su precio en una próxima subasta. El propietario, de esa o de otra obra similar, estará encantado. Segundo: el propósito de la exposición es dejar clara la filiación entre Lautrec y Picasso... Se trata de convencernos de que, como Picasso estaba fascinado por Lautrec, - no es para menos-, en consecuencia, el aura del maestro francés no pudo más que mejorar la calidad del joven Picasso...Pues permítanme que lo ponga en duda. Precisamente, al salir de la exposición me quedó clarísimo: Picasso no le llega ni al tobillo a Lautrec. Se quedó con la caricatura grotesca en lugar del toque irónico, siempre sutil y refinado, y ,sobre todo, compasivo y humano, dos cualidades que jamás tuvo el malagueño.
En este mismo museo, en la planta sótano, se presenta en este mismo mes de diciembre, otra exposición con el prometedor título de Lección de arte. Nada más empezar, el primer mural ya avisa que el título es, en realidad, la inversión del verdadero propósito, que no es otro que el ser una "no-lección de arte", aunque a mí me pareció una lección de no-arte.
Pasamos por otra sala con pupitres de niños y otra pizarra, también vacía. Aquí al menos te dan un papel y un lápiz para que escribas lo que crees que debe ser un museo. Pero ¡¡ojito con querer escribir sobre la pizarra!! que expulsaron a un vigilante por permitir que el público escribiera sobre ella... El "artista" se quejó porque habían "alterado la obra de arte"... Sin comentarios.
Tras pasar por una sala con supuestas máquinas de tortura, burdamente hechas por cierto, para obligar a leer, (todo tiene que ser torpe, burdo, simplista y doctrinario) llegamos a la siguiente sala, atravesamos unos paneles de plástico transparentes que forman cortinas, y llegamos a la sala de relax con media docena de pufs blancos, donde se oye una música como de meditación... Yo creía que el planteamiento era ¿cómo debería de ser un museo? La propuesta de este "artista" es que el museo debe crear un espacio de relax, porque, tal vez, nosotros mismos en nuestras casas no sabemos crearlos y necesitamos ir a los museos para disfrutarlos... Un museo para gente cansada, perezosa y que no le gusta leer, pensé yo.
Finalmente, después de esta apasionante y estimulante propuesta de "nuevo museo", la galería de salida muestra a la izquierda, no se lo pierdan, una recreación 2.0 del muro de las lamentaciones, con cintitas de colores donde podemos leer miles de deseos. Aquí también podemos escribir nuestra queja en un papelito para, tras enrollarlo, insertarlo en el muro de las lamentaciones.... educativas... sólo faltaban las kippas...
En resumen, el Museo Thyssen apuesta por una nueva manera de enseñar el arte: fuera pizarras (nunca las hubo en los museos), fuera libros, que leer es una tortura, túmbate en el puf y relájate que al salir siempre podrás expresar tu frustración en el Muro de las Lamentaciones. Muy edificante, desde luego. Pregunto al que visitó esta exposición: ¿Mereció la pena financiar este montaje y pagar la entrada?
En el libro del visitante, tras dejar mi opinión, no alcancé a leer ninguna crítica a esta exposición. Así, los responsables del museo pensarán que lo han hecho estupendamente y volverán a las andadas en cuanto se tercie, convencidos de que el público aplaude sus propuestas "novedosas".
Ahora pasemos al Museo del Prado. Como ya comenté en la presentación del Café Madrid, en el año 1999, el Museo del Ejército fue desmantelado y trasladado al Alcázar de Toledo para que el Museo del Prado pudiera ampliarse en el edificio que ocupaba: el Salón de Reinos decorado por Velázquez. Casi 20 años después, el espacio sigue vacío y el arquitecto que ha sido designado para realizar la "reforma" es el británico Norman Foster, famoso por tener una galería de arte, IVORY PRESS, que dirige con gran ímpetu su esposa La Dra. Anchoa, aquella que nos daba clase de educación sexual en TVE.
Resumo para que quede más claro: el que ha sido elegido para rediseñar este nuevo espacio expositivo del Prado es una persona que está directamente vinculada al mercadeo del arte moderno, ése que discurre entre letrinas (Duchamp), heces (Piero Manzoni, Kiki Smith, Gilbert and George...), carne en descomposición y vírgenes desolladas (Damien Hirst), penes de látex colgados de un alambre (Louise Bourgeois), retratos hechos con sangre congelada (Tom Quinn), camas reales como ropa interior sucia (Tracy Emin), radiografías de felaciones (Wim Delvoye), Spirit Cookings y demás porquerías. Y la primera propuesta de actividad expositiva en este espacio, antiguamente lleno de armas y cañones, es permitir que un famosillo,al que no pienso nombrar para no darle más publicidad, que "pinta con pólvora" ponga en peligro la estructura del delicado edificio.
La gran hazaña de nuestra pinacoteca nacional ha sido organizar una fiesta privada para que un chino, conectado con la mafia jázara del arte afincada en Londres, y experto en pirotecnia polícroma ,explosione grandes cantidades de pólvora en el Salón de Reinos, un símbolo de la grandeza del Imperio español, haciendo temblar los cimientos de un edificio de 1640 y poniendo en peligro la delicada decoración barroca de los techos que están de mírame y no me toques. El que no capte el significado simbólico, que vuelva a leer lo más arriba descrito.
Y otra razón para hacer esto es porque, con esta hazaña, los precios del explosivo chino se disparan estratosféricamente. ¿Tendrá la Galería Ivory Press intereses en las ventas de sus obras? Es más que probable.
Se realizaron al menos dos explosiones. Una de día, que quedó filmada en el documental que se puede ver al salir de la exposición. Y esta segunda, realizada con los invitados de la crema de la crema del poder. Nadie pareció estar molesto por el gran riesgo que corría el edificio histórico tanto como su decoración.
Así cuidan el patrimonio histórico y artístico español nuestros funcionarios pagados por todos nosotros. ¿Soy yo la única que ve aquí algo denunciable?