Todos vieron la película, recuerdo que en el colegio un amiguito mintió a sus padres para poder verla un domingo que la pasaban repetida en televisión. Me había prometido contármela: “La veo y te digo” dijo,. El lunes llego con la cara llena de rubor y ganas de contarme, pero “no podía”, son cosas “de gente grande”. Teníamos diez años y éramos medio tontos, niños al fin ... curiosos sobre todo por aquello que “no debes ver”. Sin esa advertencia la película hubiese pasado desapercibida: al menos para mí. Pero el morbo de lo prohibido es muy fuerte.
Quizás eso es lo que les suceda a los personajes del libro de Elizabeth McNeill, encarnados en el cine por Kin Basinger y Mickey Rourke. El film de Adrian Lyne se estrenó en 1986, opacando en gran medida al libro, la cinta a estas alturas es ya un clásico.
Divertida, entretenida y sobre todo sincera es esta novela corta que casi parece un relato, la razón inmediata para leerla es tener en mente la película, sin embargo, luego consigues imbuirte en el universo de la autora (se supone que es una novela autobiográfica) por la forma llana de contar. “La primera vez en que nos acostamos me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó. Él me gustaba. Era hosco, en una forma que se me antoja romántica; era gracioso, brillante, tenía una conversación interesante; y me daba placer”, comienza esta historia que promete no darte tanto placer como el que viven sus protagonistas, pero si darte ideas… claro si consigues un buen amante con quien llevarlas a cabo.
Calificación: 10/10