Una vez más, la cuestión no está en que esta mujer [se refiere a Irène Némirovsky] escribiera como lo hizo, sino en saber qué ha pasado con nuestra cultura para que críticos serios, inteligentes y eruditos, por no hablar de reconocidos novelistas y prestigiosos biógrafos, muchos de los cuales estudiarían los poemas de Eliot o las novelas de Virginia Woolf durante sus años universitarios, hayan llegado a renegar de su vocación hasta el punto de quedarse arrobados con libros como el de Némirovsky, mientras que vivieron, y murieron, sin prestar atención a la obra de novelistas como Claude Simon, Georges Perec, Thomas Bernhard o Gert Hofmann.
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No puede haber, por lo tanto, una “historia” definitiva de la modernidad. Aunque quisiéramos, no podríamos tomar la distancia imprescindible que nos permitiera emitir un juicio autorizado. Así que no nos queda otra que intentar convencer a los demás de que acepten nuestro punto de vista.
[Traducción de Gregorio Cantera]