Por María Carla González
En un interesante debate, un grupo de latinoamericanos intercambian acerca de su situación social, luego de dar su voto por el candidato de la derecha en un proceso de posible reelección del candidato de la izquierda.
Como argumentos coincidentes, repiten los conceptos aprendidos de las noticias y análisis de seleccionados “expertos” en temas políticos y sociales.
En su conciencia ronda como marquesina la dictadura, falta de democracia, libertades y prensa libre; derechos universales adscriptos a una carta, que no todos han leído , sin detenerse a pensar en ¿Qué gané con el voto del castigo?
Solo uno de ellos, universitario que perdió el empleo por su forma de pensar diferente -no aceptó ser explotado por su compañía, se fue a huelga y lo despidieron “para ahorrar plata”- reflexionó objetivamente de su realidad.
Ahora, se imponen nuevas políticas impositivas, para complacer a quienes prestan para endeudarte de por vida; el desempleo se incrementa y se olvidan las promesas de la campaña electoral.
Hemos jugado a la democracia burguesa; los intereses se elevan para complacer al sector privado; se alejan la distancia entre el campo y la ciudad; se incrementa la desigualdad y se pierde espacio para reclamar derechos. ¿Será ese el juego que debemos seguir jugando o quizás debamos cambiarle la dirección a la ruleta?
Seamos sensatos, tiramos el sofá sin pensar en las consecuencias; se tiene la sensación que ganamos y perdimos.
Recibamos al diablo con un Aleluya y pasaremos los domingos en la casa del Señor, sin excomulgarnos del pecado.
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