Decirle a alguien que ha padecido anorexia durante años "Qué gorda estás!", "Cómo te has puesto!", o expresiones similares, es como decirle a un alcohólico recuperado que vuelva a beber porque antes era más simpático.
Nunca podemos saber del todo cómo está una persona realmente; lo de la procesión va por dentro es cierto. Un comentario fuera de lugar, aunque sea o no adrede, puede hacer un click y desencadenar toda una
pesadilla vivida anteriormente. Lo más tremendo es cuando los comentarios proceden del entorno más cercano, que han vivido directamente este horror, y/o de personas que no se cuidan ni en la alimentación ni físicamente.
Hay cosas que, realmente, no las entenderé nunca.