Que hablen ellos (como es tradición)

Publicado el 30 diciembre 2018 por Angeles

En diez años da tiempo a muchas cosas, por ejemplo a que un blog origine sus propias tradiciones.

Y una de las tradiciones de este blog es que cuando empieza un nuevo año invitamos a unos cuantos amigos para que compartan con nosotros un poco de su sabiduría; para quenos dejen ideas y palabras edificantes sobre asuntos que son a la vez sencillos y muy complejos, comunes y primordiales.

Este año han venido a la cita luminarias como Nuccio Ordine, John Cheever, Ray Bradbury, Ana María Matute y Stefan Zweig, y nos han traído palabras que tratan sobre la necesidad de formarse un criterio personal, sobre la trascendencia de las cosas pequeñas y sobre el disfrute de la vida.

Así, Nuccio Ordine nos habla de la importancia de tener una opinión propia, en vez de acatar sin más lo previamente aceptado por la mayoría, aunque lo primero sea mucho menos cómodo:

... en un mundo en el que a la gente le gusta escuchar sólo las presuntas "verdades" aceptadas pasivamente [...] es mucho más fácil recurrir a las opiniones generalizadas; hacerse una propia requiere esfuerzo, estudio, reflexión. Los prejuicios, en suma, son a menudo hijos de la ignorancia.

Con su poético estilo, Ray Bradbury nos advierte de un peligro que nos acecha desde bien pronto: el peligro de quedarnos sinla ilusión, lanaturalidad y la capacidad de maravillarnos y disfrutar que tenemos de niños,precisamente por aceptar las opiniones ajenas y amoldarnos a ellas :

Hacia los catorce o quince años mucha gente ya ha sido apartada de sus amores, de sus gustos antiguos e intuitivos, uno a uno, hasta que al llegar a la madurez no les queda nada de alegría, de garra, de entusiasmo, de sabor. Las críticas ajenas, y las propias, los han hecho sentir incómodos. Cuando a las cinco de una oscura y fría mañana de verano llega el circo y suena el organillo, en vez de levantarse y salir corriendo se remueven en sueños, y la vida pasa de largo.

Por su parte, las palabras de John Cheever nos invitan a celebrar el hecho de estar vivos, de vivir en un mundo asombroso, de formar parte de un universo colosal, lo que nos hace insignificantes y grandes al mismo tiempo; y de tener la capacidad de amar, que no es otra cosa que apreciar y valorar la vida:

El cielo estaba despejado aquella mañana y puede que todavía hubiera estrellas, aunque no las vio [...] Lo que lo conmovió fue la sensación de esos mundos en torno al nuestro; por muy imperfecto que sea nuestro conocimiento de su naturaleza, tenemos la sensación de que poseen un ápice de nuestro pasado y de nuestras vidas futuras. Era esa poderosa sensación de que estamos vivos en el planeta. Era esa poderosa sensación de qué singular, en la inmensidad de la creación, es la riqueza de nuestra oportunidad. La sensación de que esa hora era un privilegio exquisito, el gran regalo de vivir aquí y de renovarnos por el amor. ¡Esto parecía el paraíso!

Ana María Matute nos dice algo que actualmente se repite mucho, pero que se olvida con frecuencia; y es que los momentos pequeños, aparentemente intrascendentes, son los que a la larga más importan.Quizá sea porque las grandes emociones, las grandes impresiones, son eso, demasiado grandes para nosotros, nos abruman y nos sobrepasan:

¿Sabéis, muchachos? No creáis que al morir recordaréis hazañas, ni sucesos importantes que os hayan ocurrido. No creáis que recordaréis grandes aventuras, ni siquiera momentos felices que aún podáis vivir. Sólo cosas como ésta: una tarde así, unas copas de vino, esas rosas cubiertas de agua.

Para terminar, Stefan Zweig nos habla también de la felicidad, de la sencilla y cotidiana que podemos disfrutar solos, y de la extraordinaria, la que nos desborda, la que, al igual que las penas, conviene compartir:

Pero ¿qué voy a hacer con mi alegría? Es demasiado grande para mí solo. Estoy acostumbrado a dosis más pequeñas: suelo compartir mis noches con un libro, con un amigo, con una buena carta o con un poco de música. En eso consiste para mí la felicidad. Cuando sobrepasa estas dosis no sé qué hacer con ella. Me gustaría compartirla con alguien.

Ojalá durante este nuevo año todos podamos vivir así, con verdad, con ilusión, con felicidad, ya sea grande o pequeña; apreciando la bondad y la belleza del mundo, ya sea en buena compañía o en buena soledad; y teniendo siempre cerca palabras que nos inspiren, nos guíen y nos alienten.

Las citas corresponden a las siguientes ediciones:

-Nuccio Ordine. Classici per la vita ( La nave di Teseo, 2016)

-Ray Bradbury. -John Cheever.-Ana María Matute. -Stefan Zweig. Zen en el arte de escribir (Minotauro, 2002). Traducción de Marcelo Cohen.
¡Oh, esto parece el paraíso! (Debolsillo, 2018). Traducción de Maribel de Juan.
Primera memoria (Austral, 2018).
Clarissa (Acantilado, 2017). Traducción de Marina Bornas Montaña.


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