Qué hace un corrector profesional (I)

Por Lavoragine @delavoragine

Ayer, 27 de octubre, se celebró el Día del Corrector de textos: este día, que tiene como objeto reivindicar la figura del corrector profesional, se da cada año el día del nacimiento de Erasmo de Rotterdam, el célebre humanista que realizó, entre muchas otras, tareas de corrector.

Para celebrarlo en compañía, UniCo, la asociación de correctores, organiza cada año una “caza de erratas” en la que un buen número de correctores profesionales se lanzan a las calles de Madrid en busca de todo tipo de erratas aparecidas en cualquier soporte y medio: acentos omitidos, mal uso de las mayúsculas, faltas gramaticales… El objetivo de esta cacería es doble: por una parte, llamar la atención y dar a conocer la figura del corrector de textos y, por otra, remarcar la importancia de que los textos que vemos a diario cumplan con unos mínimos de calidad, misión que, poco a poco, se va logrando:

Estamos satisfechos porque notamos que nos van haciendo caso y se han corregido muchas de las erratas que encontramos el año pasado por las calles de Madrid. Vemos que esta iniciativa está sirviendo para que se tengan en cuenta las normas de ortografía por numerosas empresas y entidades y se comprenda y apoye por la sociedad el oficio del corrector.

Antonio Martín, presidente de UniCo

Este evento, que se suma a los celebrados el mismo día en América Latina, consigue dar más visibilidad a una figura poco conocida en el panorama laboral español, pero cuya labor es, en muchos casos, indispensable: periódicos, editoriales o agencias de comunicación son algunos de los medios donde el trabajo invisible del corrector se hace más importante y su ausencia puede provocar casos como este.

Ejemplo de las erratas que se “cazan” el 27 de octubre en Madrid (foto realizada por Begoña Mardones)

A pesar de que la importancia que el trabajo del corrector puede llegar a alcanzar, sigue siendo un perfil profesional muy poco reconocido, precisamente porque su trabajo se da en la sombra. Por este motivo, nos hemos decidido a estrenar categoría del blog para dar a conocer un poco mejor nuestro trabajo: en qué consiste, qué herramientas utilizamos, trucos varios…

Pero, a modo de introducción, ¿qué mejor que descubrir qué es la corrección en palabras de los propios correctores?

Hay autores que viven cada corrección como un agravio: cuando les devuelves su texto lleno de marcas rojas, las perciben como pequeñas puñaladas. Los correctores pensamos que es un sinsentido molestarse, viene a ser como si un arquitecto se mostrara dolido por el hecho de que el albañil supiera colocar ladrillos con más destreza que él. ¡Pues claro! Cada uno sabe ser maestro en su trabajo, que es en el que tiene práctica y experiencia. Si el corrector hace cien mil correcciones, el lector nunca lo va a notar; pero si deja de hacer tan solo una, algún lector lo percibirá. Y entonces el corrector jamás va a ser objeto de mofa porque él no figura, su nombre no existe, su tarea no se reconoce, su labor se hace en la sombra; será el autor quien sea tomado por un ignorante. Los autores deben alegrarse con cada error detectado porque eso contribuye a la excelencia de su trabajo.

Balloon Comunicación (@BalloonComunica)

Hace unos años, se consideraba el colmo de la chabacanería vestir con chándal y tacones. Hablamos en pasado porque, en plena crisis, llevar cualquier tipo de prenda o calzado casi parece un milagro. Hubo un momento en que las noticias pudieron calificarse como literatura con prisas. Tiempo atrás, estaba muy mal visto quien no supiera expresarse, pues era juzgado como alguien sin educación ni cultura, y, para este caso, no hay crisis que pueda justificar el retroceso.

Sin embargo, todavía sigue existiendo el buen gusto, aunque cada día se aleje más del lenguaje habitual  y, en especial, del escrito. Los periódicos son una excelente muestra de cómo se maltrata el segundo idioma más hablado del mundo, tras el chino mandarín. Los anacolutos están al cabo de la calle –“por último, decir que”‑ y, según las apariencias, en los medios de comunicación en general han desaparecido los artículos: “Recabamos información de Casa Real”, “La operación supone valorar Financiera El Corte Inglés”. Dentro de poco no se mandará a la gente a la porra, sino “a porra” o, peor aún, “a mierda”, con perdón. Del empleo de los verbos, especialmente del subjuntivo, mejor no hablar, pues este modo, que contiene las infinitas matizaciones, dentro de nada se encontrará entre las piezas arqueológicas, junto a la ortografía sin errores y a la correcta puntuación.

¿Para qué sirve un corrector de estilo? Pues, sencillamente, para que, empleando el lenguaje con propiedad y respetando el estilo del autor, el texto resulte más legible, más ameno, y sirva más a los propósitos del escritor, que no son otros que comunicarse con el lector. Ni más, ni menos. A pesar de ello, los correctores de estilo han sido precisamente las primeras víctimas de los despidos, en la prensa y en las editoriales, como si formaran parte de una profesión de lujo o superflua.  Así nos va. España, uno de los países que más libros imprime en el mundo, cada día los publica más a la ligera. Si se me permite, véase, como botón de muestra, La conspiración del general Franco, del prestigioso historiador Ángel Viñas, editada por la no menos reputada editorial Crítica, obra que necesita urgentemente una corrección de estilo. De los diarios y revistas, corramos un “estúpido” velo, como decía aquel.  Van por la vida en chándal y con tacones.

Paloma Delgado Munden (@paradasinfonda)

Lo primero que me gustaría destacar es que el trabajo del corrector debe ser muy meticuloso. Hay que ser muy observador y no dar nada por sabido. Estamos tan acostumbrados a escuchar ciertas palabras y expresiones con tanta frecuencia que las damos por correctas, cuando no lo son.

Opino también que es muy necesario poseer una buena base de cultura general y, sobre todo, leer mucho; lo que sea, da igual, pero qué duda cabe que es una buena forma de recopilar información y datos que pueden venir muy bien en cualquier momento en el que se tenga delante la corrección de un texto.

[…]Me gustaría destacar también la relación con el autor del texto. Me parece fundamental la comunicación entre las partes. Creo que es mejor preguntarle qué ha querido decir en un punto concreto a imaginar qué habría querido decir y puntuar o hacer cambios en los que se pierda la intención original.

Paciencia, horas, más paciencia y más horas. Disponer de tiempo suficiente es necesario. Ya se sabe que las prisas no son buenas y, en mi opinión, separarse del texto al menos durante un día es casi una obligación (dependiendo del tipo de texto y de su longitud, evidentemente).

Y leer y releer y volver a leer con calma lo corregido.

Teresa Aguilar (@Teresa_trad)

Quan amics i coneguts fan cara d’estranyesa si dic que sóc correctora, em passa pel cap que probablement s’ha estès la suposició que la correcció de textos és una tasca de la qual pot encarregar-se qualsevol persona amb coneixements d’ortografia i gramàtica, i que a més tingui una certa capacitat com a lector. Per bé que aquestes habilitats són eines bàsiques per a un corrector, no són suficients per poder realitzar una correcció realment efectiva.

La correcció d’estil […] s’encarrega que els textos segueixin la normativa de la llengua pel que fa a l’ortografia, la morfologia, la sintaxi i el lèxic, així com que siguin adequats a la varietat i al registre corresponents, i coherents quant al contingut i la forma. Tot això sempre amb una especial atenció i respecte a les tries lingüístiques de l’autor.

La correcció tipogràfica és una revisió que s’aplica només als textos que ja han passat un procés de correcció d’estil i han estat composats o compaginats per ser impresos o editats. La correcció de proves, doncs, se centra especialment en […] la distribució de línies i paràgrafs, les separacions sil·làbiques i altres fenòmens a final de línia, l’ortotipografia, la correspondència d’il·lustracions i peus, així com qualsevol tipus d’error que s’hagi pogut produir en la transcripció o compaginació del text.

Així doncs, a banda d’uns coneixements lingüístics profunds, són imprescindibles els coneixements de tipografia i eines d’edició, cultura impresa en general i, sobretot, molta experiència!

Núria Grau (@grau_nuria)