Bruselas es una ciudad que nos gustó. A veces, cuando comenzamos a naturalizar el estar de viaje, nos pasa que algunos lugares no nos sorprenden como los demás dicen que nos deberían sorprender, entonces empezamos a perder esa tan linda capacidad de asombro que nos da el viajar. Cuando estábamos viajando en tren desde Luxemburgo a Bruselas, entre mis pensamientos aparecieron algunos relacionados con lo anterior: ¿será igual a las ciudades que ya conozco?
No es igual (o un poco sí), pero nos gustó mucho. Ya sabemos que los lugares muchas veces los hacen las experiencias y las personas que conocimos en ellos. Y en este caso, ambas fueron buenas. Por eso, les compartimos una simple guía con algunas de las cosas que pueden hacer y ver en Bruselas. Como siempre decimos, no es una lista exhaustiva y ustedes mismos pueden sumar su experiencia para los futuros lectores en los comentarios.
¡Buen viaje!
1. Pasear por la Grand Place (o Grote Mark o Plaza principal)
Es una de las plazas principales europeas que más nos gustaron. Hacía mucho tiempo que no llegaba a una y exclamaba: ¡Qué linda! Y eso está muy bueno. Esta plaza era la antigua plaza del mercado, tiene el suelo adoquinado y edificios que le dan un encanto especial. El que más llama la atención es el edificio del ayuntamiento, con su cúpula y estilo gótico, que data del siglo XV. Pero además, están La Casa del Rey y los edificios de los gremios (cerveceros, panaderos, sastres, zapateros…). Cuando nosotros fuimos estos edificios estaban en remodelación, pero una tela dejaba ver de qué se trataba.
En la Casa del Rey se encuentra el Museo de la Ciudad de Bruselas, donde hay una exposición de los trajes que usó el famoso niño que mea (Manneken Pis).
En una de las esquinas se encuentra el restaurante/bar La mansión del Cisne (con un cisne blanco en la puerta) donde Karl Marx pasó la navidad de 1847 y donde solía sentarse a estudiar y a escribir. Durante los años que vivió en Bruselas escribió el Manifiesto Comunista.
Es muy común, sobre todo los meses de verano, que los grupos de amigos o parejas esperen el atardecer sobre la plaza mientras toman alguna cerveza sentados en el suelo.
2. Disfrutar del arte callejero/urbano a través de la ruta del cómic
Bélgica fue la cuna de muchos artistas que se dedicaron a crear esos personajes de historieta que a casi todos nos gustan. Sabíamos que Tintín y Los Pitufos eran oriundos de esta zona del mundo, pero nunca nos imaginamos que había tantos otros personajes en la ciudad. Por eso, si te gusta el arte callejero o sos fanático del cómic no podés dejar de hacer esta ruta. Además, lo bueno es que mientras recorrés los circuitos propuestos podés ir conociendo los principales atractivos de Bruselas. En las oficinas de turismo venden los mapas y existen tres circuitos. Te contamos mejor de qué se trata en: Bruselas y la ruta del Cómic.
3. Comer y beber cosas ricas
Antes de viajar a Bruselas un amigo me dijo “No te olvides del chocolate, los wafles, las papas fritas y la cerveza”. En ese momento pensé que era un exagerado porque es posible comer y beber eso en muchos lugares del mundo, pero cuando me encontraba paseando por la ciudad entendí por qué me lo dijo. En Bruselas te cruzás todo el tiempo con puestos y comercios que vendan eso. Así que será muy fácil tentarse. Y está bueno que eso pase.
Lo que más me gustó fueron los wafles (o gofres) por la variedad de opciones. Las papas que probamos nos resultaron un poco aceitosas (no quiere decir que sean todas así) y la cerveza, muy buena! Sobre todo nos quedamos sorprendidos por la gran diversidad. Claro que no las probamos todas, pero si les gusta, pueden hacerlo. Eso sí, me traje algunas etiquetas para mi colección.
4. Conocer a Manneken Pis y a Jenneke Pis
Todavía no sé por qué es tan famoso el nene que mea, pero lo es. Tanto lo es que se convirtió en símbolo de la ciudad. Pueden optar por no seguir a la manada y no conocerlo, pero ya que andan por la zona vale la pena asomarse a ver de qué se trata. Aunque sea solo para ver cómo la gente se amontona para poder obtener la mejor fotografía con el pequeño.
El personaje se encuentra a pocos metros de la Grand Place sobre la calle Rue de l’Etuve. Existen varias leyendas sobre su origen. Como siempre que se quieren explicar las cosas con leyendas, las hay desde las más irreales a las más factibles de ser verdad. Algunas dicen que se trata de un niño que apagó la mecha de una bomba con su orina, otros que era el niño que hacía pis en la puerta de una casa donde vivía una bruja y que en venganza la señora lo convirtió en estatua, y los más realistas afirman que, simplemente, era la forma que decidieron darle a una fuente para abastecer de agua a la zona.
La estatua que puede verse en la actualidad es una réplica de la original realizada por el escultor Jérôme Duquesnoy. Desde fines del siglo XVII se respeta la tradición de vestir al muñeco con diferentes trajes.
Como visitamos la ciudad en verano, en días de mucho calor, no pudimos verlo con ninguno, pero en el museo de la Casa del Rey es posible conocer los más de 700 trajes que alguna vez vistieron a este personaje.
Janneken Pis es una estatua realizada por Denis-Adrien Debouvrie inaugurada en 1987. Al parecer fue pensada como el contrapunto al nene que mea y se consideran “estatuas hermanas”. Se ubica en el Callejón de la Fidelidad (Impasse de la Fidélité), al otro lado de la Grand Place.
5. Recorrer las callecitas del casco histórico y las galerías Saint-Hubert
Más allá de la plaza principal, mientras buscan dónde están las dos estatuas que mean pueden aprovechar a perderse por las calles que rodean a la plaza. Van a encontrar muchos restaurantes y bares, casas de antiguedades y sourvenirs. Y algunos detalles urbanos que a mí me encantan y que son ideales para fotografiar, como buzones pintados con animales.
Entre esas calles van a ver las Galerías Saint-Hubert, inauguradas a mediados del siglo XIX por Lepoldo I, cuando se pusieron de moda en Europa este tipo de lugares cerrados destinados al ocio de la burguesía. Tienen más de 200 metros cuadrados, varios cafés y restaurantes, confiterías, un teatro y uno de los museos más nuevos de la ciudad: el Museo de las Cartas y Manuscritos. En este museo se encuentran originales de correspondencia privada de varios personajes importantes de la historia y la cultura.
6. Observar la ciudad desde la zona del Palacio de Justicia y desde el Mon des Arts
El edificio del Palacio de Justicia está en estos momentos en remodelación, pero dicen que es (o fue) considerado uno de los edificios más lindos y grandes del mundo. Muy cerca de allí hay una especie de mirador (y un bar con sillas para esperar el atardecer) que a nosotros mucho no nos gustó. No nos parecieron las mejores vistas.
En cambio, si seguimos caminando por Rua de la Regence y pasamos el Palacio Real, llegamos a la zona donde se encuentra Mon des Arts, uno de los lugares por los que más me gustó caminar. En los alrededores de este parque hay algunas casas con una muy linda arquitectura y algunos de los museos más importantes de la ciudad como el Museo Magritte, el Museo BELvue y el Museo de Instrumentos Musicales (MIM).
En la zona de árboles hay algunas fuentes y, durante los meses de verano, el ayuntamiento coloca algunas sillas tipo reposera para descansar y disfrutar de la puesta del sol.
7. Visitar el Atomium
Una construcción que se hizo para la Expo de 1958 y que se convirtió en otro símbolo de la ciudad. Se puede visitar por dentro donde hay una exposición permanente y otras temporales. Además, hay promociones para visitar, con la misma entrada, otros parques de la zona, como el minieuropa. Pueden obtener más información en su sitio web. Para llegar en metro hay que bajarse en la parada Heizel.
8. Dar un paseo por el Parque del Cincuentenario y el Barrio Europeo
El Parque del Cincuentenario es un espacio verde de más de 30 hectáreas, ideal para descansar o hacer un picnic los días soleados. Fue construido con motivo de la Exposición Mundial de 1880 y recibió ese nombre cuando se cumplieron los 50 años de la independencia belga.
En el parque se encuentra el Palacio, con dos arcadas y un arco del triunfo con aires similares al de París. Además, allí se encuentra el Museo del Automóvil, el Museo de Historia Militar y el Museo del Cincuentenario.
Las paradas del metro más cercanas son Schuman y Mérode.
En el llamado Barrio Europeo se encuentran varias sedes de la Comunidad Económica Europea, entre ellas uno de los tres parlamentos europeos. Para conocer mejor como funciona existe un centro de visitantes llamado Parlamentarium. La entrada es gratuita y hay guías multimedia en 24 idiomas.
9. Visitar la zona de Flagey, un lugar muy concurrido por los locales
Una tarde de fin de semana nos encontramos con unos amigos en la zona conocida como Flagey. Si bien hay un edificio que se llama así, en la actualidad toda la zona se conoce como Flagey. En ese edificio funcionaba un estudio de radio y televisión y estuvo a punto de ser demolido. Hubo una movida muy grande para evitar su destrucción y ahora se mantiene como centro cultural reinaugurado en 2002 donde se realizan ciclos de cine, exposiciones, conciertos y talleres. En la planta baja hay un bar muy concurrido que se llama Café Belga.
Para llegar, caminamos por Avenue des Eperons d`Or, bordeando lagos con patos, a los que Tahiel no les sacaba el ojo. La zona es muy linda y tranquila e ideal para recorrer en bicicleta.
10. Hacerse una escapada a Brujas o/y Gantes
Nosotros tuvimos la posibilidad de visitar en un día Brujas. Ya les contaremos mejor en otro post, pero por lo pronto puedo adelantarles que una de las mejores opciones es recorrer los alrededores en bicicleta. Sobre todo si van durante los meses de primavera o verano. Pueden descansar y hacer un picnic y pueden dejar la parte del casco antiguo, la más concurrida, para la tardecita.
Esperamos que disfruten mucho de la ciudad y del viaje. Que la magia del camino los acompañe siempre.
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