Crianza respetuosa, crianza con apego, crianza natural…
¿De dónde provienen? Hasta donde yo sé, que es más bien poco, la crianza con apego es una filosofía basada en la teoría del apego del psiquiatra John Bolwby, un pediatra, William Sears traspasó los principios a un tipo de crianza “Attachment parenting”
Hasta aquí bien, si ahondamos un poco más este tipo de crianza no sólo tiene como principios el cariño, respeto, disciplina positiva, contacto…
También descubro que este movimiento va intrínsecamente ligado a otros, alimentación natural, homeopatía, colecho, porteo, lactancia materna, partos en casa…
¿Ein? De verdad? Porque vuelvo al comienzo y resulta que la primera premisa del Doctor Sears es que no se siga especialmente ninguna! De hecho anima su filosofía a ser creativos en función de las necesidades familiares, no dictó leyes, ni normas, ni reglas…
¿Qué es pues crianza respetuosa? ¿Qué no lo es? ¿Por dar el pecho, portear y colechar crías respetuosamente? Sí. Igual que quien no portea, no colecha y no da el pecho, ni más ni menos.
Se empeñan en etiquetarnos y en separarnos, amalgamarnos en grupos “cuasi” sectarios, y al final realmente ¿Tenemos tanto en común? ¿Más allá de nuestras maternidades? ¿Por qué todos los caminos que tomamos las mujeres terminan en guerras encarnizadas por etiquetarnos y separarnos? ¿No es precisamente esto lo que NO queremos para nuestros hijos?
Porque yo estoy un poco harta oigan!
De respetuosas que llenan de bilis mentes ajenas menospreciando a quienes por una u otra razón no siguen a pies juntillas sus premisas.
De mujeres que han confundido una pequeña línea sobre la que andar en la crianza, con poco menos que un decálogo del que no salirse ni una coma.
Mujeres que obligan a otras a esconder sus actos y sus pensamientos para no sentirse fuera del redil. Que las hacen temer alzar la voz contando sus sentimientos para no ser atacadas y descatalogadas sin más.
Mujeres, siempre, que se esconden en la calidad de su crianza para creerse mejores personas que el resto y con ello dar rienda suelta al desprecio, a juzgar y sentirse por encima de otras.
Que manipulan vilmente desde la certeza de que nadie osará discutir a riesgo de sentirse mala madre, mejor agachar orejas y decir si, que no sentirse solo y despreciado.
De verdad os creéis con tanto poder? De verdad creéis que el mundo se acaba aquí? Ay! Ilusas!
Madres que llenan sus bocas y muros de cómo dar una infancia feliz para crear hijos felices mientras lastiman y catalogan a otras por sus creencias políticas y religiosas, por sus trabajos, por sus estatus sociales…
Una buena crianza no tiene nada que ver con inculcar a tus hijos, o no, una religión, no tiene nada que ver con ser de izquierdas o de derechas, del centro o verdes, no implica tener más o menos llena la nevera, o un coche más o menos grande, con vestir de una u otra forma, con llevar a tus hijos a un colegio público, privado o concertado…
Que hartita estoy de las respetuosas!!
Lo peor es que no saben que si crían con amor, y tienen mi admiración y mi respeto como tantas otras, porque no conozco a ninguna madre que no ame a sus hijos, pero serían más felices, y harían más felices a otras simplemente siguiendo sus instintos sin intentar organizar el mundo a su gusto, sin manipular, sin creer que las mujeres, madres somos un sector de negocio en alza. Sin agraviar y denostar a quienes honestamente han formado sus empresas y sus vidas en torno a la maternidad, sin pisar sus trabajos y esfuerzos. Sin difamaciones y ofensas a quienes se ganan su sustento. Sin envidias…
Yo llegué a la crianza respetuosa por casualidad, simplemente no quería criar a mis hijos como me criaron a mí. Me ciño al perfil? Creo que no, porque como todas, la maternidad es un estudio personal donde el acierto y el error se verán con los años, donde manda el corazón el 90% de las veces en lugar de la cabeza. Donde aunque sabemos diferenciar lo correcto de lo incorrecto, nos pueden los nervios, tenemos malos y buenos días, donde nos equivocamos y acertamos equitativamente.
Cuando gritamos a los cuatro vientos Yo practico la crianza respetuosa le estamos dando un mensaje claro al mundo, si no crías como yo, no crías respetuosamente, ergo, no eres una buena madre. Tal vez debiéramos emplear otros términos…
Nos asombra que nos ataquen cuando hablamos de porteo cuando vamos en el bus con un foular… pero seamos honestas, años antes de nuestra maternidad, ¿No mirábamos disimuladamente a esas mujeres de otras etnias y culturas con sus pañuelos y bebes a la espalda? ¿NO? Ja ja ja, entonces ¿Por qué casi todas nos compramos embarazadas ese super-mega-carro de tres velocidades? ¿Acaso no llevar carro nos hace mejores madres? ¿Acaso llevar carro nos hace mejores madres? Yo creo que no.
Exigimos respeto para nuestros actos, aunque puedan parecer excéntricos a los ojos de otros, por tanto debemos dar el mismo respeto a los demás, aunque sea cierto que a veces cueste.
Somos humanas y como humanas erramos un sinfín de veces. Tal vez todo el esfuerzo debiera dedicarse a normalizar todo, a no mirar con ojos extrañados lo que no se ajusta a nuestra forma de ver la vida. A no juzgar por un hecho, un acto o un día, sino tener un cuenta una trayectoria.
Conozco muchas mujeres respetuosas, admirables y grandes, y con una gran mayoría de ellas no tengo nada en común, mas allá, de cuatro pequeños detalles, y sin embargo sé que puedo aprender mucho de ellas, y a la vez dar y compartir mis vivencias. ¿Por qué cerrarnos catalogándonos? ¿Por qué empeñarnos en diferenciarnos? ¿En crear abismos que nos coarten la comunicación?
Mi abuela no sabía de crianzas respetuosas, no sabía quién era el señor Sears, ni conocía a la señora Jové, ni al señor González, no supo nunca lo que era el porteo, pero ¿sabéis que? Crío con amor y honestamente a sus hijos, mejorando en muchos aspectos como fue criada ella, y probablemente equivocándose en otros muchos, pero nadie puede decir que no hizo todo lo que creyó mejor para sus hijos, que ninguno de sus actos con sus aciertos y errores fueran fruto del tremendo amor que les profesaba.
Juzgando a otras mujeres juzgamos también a nuestras madres, a nuestras abuelas, a todas las mujeres que antes que nosotras pasaron por aquí. Y seguramente tendríamos muchas puntualizaciones que hacerles, pero también muchas cosas que aprender de ellas.
Las tribus, señoras, no son congregaciones de personas que piensan, visten y actúan igual, las tribus, históricamente son poblaciones que por territorio, cultura y espacio conviven juntas, esa es la riqueza, que dentro de estas tribus hay opiniones, actos, formas de educar, de transmitir distintas y no por ello peores. Lo maravilloso de una tribu es poder aprender y compartir sin importar las diferencias.
El conjunto de fieles o seguidores de una doctrina que se diferencia e independiza de otras, tiene otro nombre…
Y es muy feo.
Aprendamos de una vez por todas a no separarnos, a apoyarnos como mujeres, como madres. Rompamos con lo aprendido y hagamos del mundo un lugar mejor para nuestros hijos.
La primavera. Botticelli.