¿Alguien puede llegar a imaginarse la desgracia que supondría para Barcelona que después del desastre Colau aterrizase en nuestro Ayuntamiento el calamitoso Manuel Valls?
Si esto ocurriese quedaría más que claro que en Barcelona los que leemos los periódicos cada día somos una minoría muy exigua, porque cualquiera que haya leído cualquier periódico desde marzo de 2014 sabe que como gestor público no lo hay peor que Manuel Valls.
Los que leemos los periódicos sabemos además que su desprestigio en Francia es de tal calibre que en 2017 siendo diputado de la Asamblea Nacional francesa por el partido socialista, con el que había sido primer ministro, se dio de baja de su partido y se ofreció junto con su sillón de diputado al ganador de las elecciones Emmanuel Macrón, actual presidente de Francia, que le rechazó de plano con un comentario que venía a decir que no reunía las cualidades de los políticos de su entorno. Es decir, en Francia nadie da un duro por él no solo porque es un desastroso gestor público, también porque siempre ha demostrado que su nivel de seriedad es nulo, y ahora Ciudadanos y el Ibex 35 nos lo quieren colocar en Barcelona.
A unos 50 metros de la farmacia de mi hija una pareja francesa, con la que tenemos muy buena relación, tiene una tienda donde tratan tanto muebles antiguos como mueble de alta calidad de segunda mano, y como cada día paso dos veces por delante de su tienda al ir y volver de la farmacia charlamos con frecuencia, y me han comentado varias veces algo realmente tremendo que aseguran que es cierto. Según ellos es extremadamente difícil encontrar en Francia alguien que no diga un montón de pestes de Manuel Valls, y por supuesto no pueden entender que en Barcelona pueda haber alguien que lo vote, comentario que Le Monde confirmaba el martes publicando la última encuesta sobre el nivel de satisfacción de los franceses con sus políticos y Manuel Valls está en un pequeño pelotón de cola lejana, solo valorado por un 1,8% de los encuestados.
Por cierto, aunque no tenga nada que ver ni con Colau ni con Valls, mi opinión sobre Trump como presidente USA es desastrosa, pero en un tema estoy totalmente de acuerdo con él: el acuerdo con Irán, un inmenso error de los países occidentales.
Irán planteó el acuerdo para cancelar las sanciones que estaban provocando problemas económicos graves en el país que desembocaban en tensiones sociales y políticas, que de no haberse cancelado las sanciones es probable que la dictadura islámica de los ayatolas habría concluido aunque probablemente de manera violenta, mientras con un acuerdo que solo dio como contrapartida la dudosa cancelación del programa nuclear iraní se concedió a cambio el perpetuar un régimen tiránico que financia y da apoyo al terrorismo islámico chiita.
El 21 de julio 2015, en la nota DOS BARBARIDADES decía lo siguiente:
Estoy convencido de que si Irán se puso a negociar en serio fue porque el bloqueo empezaba a provocar problemas sociales y políticos en el país, y sobre todo porque la bomba prácticamente ya la tienen o la tendrán muy pronto. Está muy claro que los iraníes van a incumplir los acuerdos desde el segundo siguiente al que entren en vigor. Se han pasado años tomándole el pelo y engañando a los inspectores de la Organización Internacional de la Energía Atómica, y curiosamente ningún periodista se acuerda ahora que cada vez que les pillaban, los iraníes daban por toda respuesta su afirmación categórica de que no estaban desarrollando la bomba, y se sentían sumamente ofendidos si se dudaba de su veracidad y honestidad, cuando para llegar al acuerdo han tenido que reconocer que SI están desarrollando el ingenio nuclear, sin perder la compostura y la dignidad por supuesto.