Querría haber escrito esta pequeña reflexión ayer, a cuento de un pequeño intercambio de ideas en twitter que tuvo @Miyichi, pero estaba tan cansada del fin de semana que decidí esperarme hasta hoy.
En Pro Shoujo Spain no solemos hacer este tipo de entradas, porque preferimos dejar nuestras opiniones para el foro. Lamentablemente, la debacle y estigmatización que parece sufrir el shojo manga en nuestro mercado han hecho que modifiquemos sutilmente nuestras propias normas.
Quién más quién menos, y más si es lector habitual de este blog, sabe que la situación del manga para chicas está viviendo una época difícil en España. En realidad, podríamos achacarlo a la temida crisis sino fuera porque el shonen, el otro género más plural, no parece sufrir el mismo destino. Desde 2008 estamos sufriendo una caída constante de nuevos títulos, pasando de las 50 licencias de aquel año hasta las 12 del año pasado, imaginamos que cuando hablemos de las novedades de este año durante 2014 nos llevaremos las manos a la cabeza porque no habrán superado las 10 por mucho.
Esto se puede deber a muchos factores: el poco interés que despierta el género en los editores, el mercadillo (como apuntaba @raulizga y ya discutimos sobre nuestra mesa redonda en el pasado Salón del Manga) o la falta de compradoras, por poner un ejemplo. Pero hoy no vamos a hablar de eso, eso lo dejaremos para Deculture y el artículo que algún día finalizaré. No, hoy vamos a hablar de la mierda que nosotros mismos echamos sobre este género.
¿Quién no ha oído el típico “es que el shojo siempre es lo mismo” o “son todo flores y corazoncitos”? Siempre que escucho algo así tengo que evitar reírme a pleno pulmón, porque esto es como decir que el 90% de los shonens que leen, por poner un ejemplo, no giran alrededor de un chico huérfano o marginado que decide ser el mejor en su campo: ninjitsu, fútbol, cazadores de almas, dios… siempre por un acto o persona muy concreta.
La etiquetación masiva de un género no ayuda a que éste prospere. Es normal ver a una chica comprando Naruto o Bleach, y muy raro ver a un chico comprando Paradise Kiss, no porque no vaya a gustarle a una mayoría, sino porque un chico comprando un manga para chicas puede sufrir las burlas de su círculo de amistades. También puede ser que no tenga ni idea de lo que habla y suelte la frase de marras como un resorte; al fin y al cabo, eso es rosa y es para chicas y yo soy demasiado macho para leerlo.
Lo mejor de todo es cuando alguien te pide una recomendación y tú le dices Life y ellos te sueltan un “¡pero si es shojo!”. Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿desde cuándo eso es un problema? Porque puede que hayas leído El Hobbit y eso es para niños pequeños, o puede que hayas disfrutado con Entrevista con el vampiro cuando es una novela dirigida a un público adolescente femenino.
Lo que pretendo decir con esto es que no importa la etiqueta que venga impuesta, sino tus gustos. ¿No te gustan las historias de amor entre adolescentes porque son demasiado insulsas para ti? Me parece bien, podrías probar con Life, Nodame Cantabile, Please, save my earth, Global Garden, Baby, my love…, ¿que una serie es demasiado para ti?, puedes intentarlo con Carta al futuro o Sueño perverso. Hay tantas combinaciones como excusas quieras darme a mi o a la persona con la que estés renegando del género.
Si os pasa como a mi, a la próxima persona que os diga lo de “es que siempre es lo mismo”, le podéis recordar el esquema de los últimos shonen de éxito que, seguramente, compren. Y si os dicen que ellos son más intelectuales y leen cosas como Shintaro Kago, podéis contestar con un “Yo he terminado los 13 angustiosos tomos de La Ventana de Orfeo (Riyoko Ikeda)”.
Resumiendo, amantes del manga pero profanos del shojo, estáis dejando escapar gran cantidad de historias cojonudas por el simple hecho de estar etiquetadas como “cómics para chicas”.
Firma: Sheila Malchirant, “Deirdre”, codirectora de Pro Shoujo Spain.