La mayoría de los ciudadanos de a pie somos personas honestas que, día a día, intentamos vivir de la mejor manera posible dentro de la legalidad. Somos personas sencillas que esperamos que llegue el verano para ir a la playa, o el invierno para encender las luces de Navidad. Tenemos nuestros sueños y nuestras frustraciones, pero luchamos por ser felices dentro de nuestras posibilidades. No necesitamos casarnos con princesas y buscar socios espabilados para montar una empresa que nos permita vivir del chollo, ni que nos vengan a buscar a casa en coche oficial para ir a la peluquería, ni degustar una cena de mil euros en un vuelo en primera.
Siempre he sido una entusiasta de los programas informativos, pero de un tiempo para esta parte cada día me es más difícil soportar un solo telediario. Hace años un político se limitaba a decir “puedo prometer y prometo”, pero actualmente su trabajo consiste en despellejarse unos a los otros, frente a un público que permanece impasible, mientras le dicen “tonto” a la cara. Ante la crisis económica que estamos viviendo las cortinas de humo están que no paran, y el nivel de las barbaridades que dicen los políticos ya ha alcanzado la estratosfera. Pero lo que más me preocupa ante todo, reitero, es que el público continúa impasible mientras le siguen llamando “tonto”.
El pasado domingo se celebró un debate en la televisión autonómica catalana, en el que participaron todos los candidatos que se presentan en las próximas elecciones del día 25N. Realmente fue más interesante seguir los comentarios vía Twitter, que las lamentables acusaciones que se limitaron a lanzarse unos contra los otros. El ingenio de la calle supera, y mucho, a la suma del de ese conjunto de asesores en comunicación, imagen y protocolo que les rodea, ya que ellos individualmente valen más bien poco. Incluso, un par de ellos, cayeron en el error de simular que estaban twiteando mensajes cuando permanecían frente a la pantalla de la televisión. ¡Lamentable!
Desde que hace dos meses se desató el fantasma de la independencia en Cataluña, un nuevo ingrediente se ha añadido al caldo, y el nivel de las barbaridades se ha elevado a la décima potencia. Ayer incluso se llegó a afirmar que había peligro de que nos desconectarían de internet, si Cataluña se independizaba.
¡Ya basta! Podremos estar o no de acuerdo con algunas cosas, pero lo que sí que está claro es que ha llegado el momento, señores políticos (si es que se les puede poner ese calificativo), que dejen de decirnos “idiotas” a la cara. ¡Déjense de chiquilladas y pónganse ya a trabajar en serio! ¡Qué para eso les pagamos!
¡Ah!, por cierto, “tontos son los que dicen tonterías”, y no los que estamos delante para reírles las gracias.
© Conxita Piñero, corresponsal de La Zona Mileurista.