Uno se queda pasmado de la cantidad de aficionados a este tipo de relojes que hay en el mundo y, de vez en cuando, debo consultar la web de mi amigo André Stikkers, experto muldial en relojes de 24 horas. Si entran en ella verán porqué me encanta y porqué me frustra. Me encanta porque está al día, sin fallos, con todos los relojes de estas características que hay o que han habido en el mercado; me frustra porque mi meta de colección se ha vuelto inalcanzable.
Voy en escúter y cuando la crisis económica sea aterradora tendré que saber la hora preguntando a este labriego italiano, si me lo encuentro por el camino.