Nuestro afán por darle sentido a todas las cosas que nos ocurre y nos afectan como si no tuviéramos abuela y fuéramos el centro de toda existencia no tiene nada más que la intención de inculcar inconscientemente el concepto de"que la corriente te lleve y te guíe". Las cosas pasan, pero si pasaran por simple azar, nos abocaríamos a estar en constante proceso de depresión, el "archienemigo" de la supervivencia. Para muchos es una enfermedad más que pasa y ya está. Cada cual habrá tenido su experiencia con ella. Pero, para el cerebro es como si echaras arena en el depósito de gasolina de un coche. En un intento de frenar ese desastre mecánico-mental, el cerebro justifica con una irazón (una razón relativa) todos los hechos que nos influyen mentalmente como una filosofía del pasar por la vida. Cuando a uno las cosas no le vienen como esperaba sino en forma de malas coincidencias por no decir suerte, el concepto de "que la corriente te lleve y te guíe" o su forma sinónima "de perdido, al río" encierran más que un acto de superación y conformismo. Representa y estimula la idea de la necesidad de seguir avanzando hacia algún lugar aunque no fuera el que esperábamos, con la esperanza de que ese destino que nos esquiva se transforme en un guía espiritual que tiene una razón mayor y mejor para con nuestros anhelos perdidos. Parece un lema de la saga de Star Wars. Y sin embargo, es un motor de fórmula 1 para el optimismo y el positivismo existencial.