Es mejor no tener expectativas para 2022. No es que la pandemia y el volcán de La Palma nos hayan enseñado esto, que también ha sido así para muchas personas, sino que, en general, esa debería ser nuestra actitud ante la vida. Eso no quiere decir que nos convirtamos en seres aburridos, incapaces de sentir. Todo lo contrario. Cuando he tenido épocas difíciles en la vida siempre me ha sacado adelante una cosa, la curiosidad por saber qué pasará la siguiente semana, qué me voy a encontrar en la esquina o qué me contarán en la página que viene. Si tienes miedo al futuro intenta mirarlo con curiosidad. Autores de diferentes generaciones han reflexionado sobre este concepto y construido grandes frases célebres. Para Vladimir Nabokov, la curiosidad es una forma de insubordinación. Yo añadiría que sí, que hoy en día es casi una de las pocas formas de rebeldía posible. Otros autores, como José Saramago, asocian la falta de curiosidad a la vejez. Pero la reflexión que me ha parecido más acertada viene de la pluma del escritor portugués José María Eça de Queirós, que dice así:
Curiosidad: impulso humano que oscila entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América.
Con esta habilidad humana me quedo y les deseo que, como antídoto al aburrimiento, al hastío y al miedo, la curiosidad siempre los acompañe.