Marbella aún dormía cuando Josemari, revitalizado por 600
flexiones, se miró al espejo y descubrió horrorizado que bajo el
Farmatín se veían más canas que abdominales.
Maldijo en varios idiomas, farfulló en distintos dialectos y tomó
la decisión de dar la lata en Melilla.
Engrasado por Ana y enardecido por Paco, aprovechó el fuerte
viento de levante para poner rumbo a la Ciudad Autónoma,
enarbolando un ramo de perejil en la mano.
Se iba a enterar todo el mundo quien era Josemari Matamoros.