Pero para esto se deben de dar una serie de circunstancias que Frank De Boer no ha encontrado en su etapa como entrenador del Inter de Milan. Con 46 años y una interesante carrera con su Ajax, se había convertido en uno de esos entrenadores a los que queríamos ver con un reto más importante que pelear la Eredivisie con un condenado hasta en sus peores días a ser candidato al título. Le hemos visto sacar a jóvenes talentos, voltear campeonatos que parecían perdidos y dar la cara en partidos relevantes en Champions League. Para mí, y con el apoyo de su experiencia como jugador en la élite, un preparador que necesitábamos ver en una de las grandes ligas del Viejo Continente y sumarse a su quinta que tan buenos resultados está dando al frente de equipos punteros en Europa.
Llegar al Inter podía interpretarse como ese paso lógico en su carrera, pero una vez visto el resultado, se confirmaba el temor del mal 'timming' que dirigentes y/o entrenador llevaron a cabo. Veo totalmente necesario dibujar el escenario en el que aparece De Boer, como alternativa a Roberto Mancini con quien se había planificado plantilla y pretemporada y que tras varios desencuentros con la dirección del club, es despedido a dos semanas de arrancar oficialmente el curso. Este ha sido el primer handicap (ojo, que ya conocía y aceptó el entrenador neerlandés al firmar) que marca considerablemente la etapa de De Boer como entrenador neroazzurro. Tampoco el capricho del calendario de encontrarse a los rivales que dejaba la Juve tras el camino puede dejar de presentarse como un arma de doble filo, podía llegar desfondados después de un encuentro siempre exigente contra la Vechia Signora o aparecer realmente ansioso por recuperar puntos que se perdieron ante los actuales campeones.
Aún así, centrándonos en lo puramente futbolístico, no se puede negar que De Boer ha intentado cosas para sacar el máximo rendimiento de un buen equipo. Navegó entre el 4-2-3-1 como Plan A y el 4-3-3 como herramienta secundaria y con la que, personalmente creo, más se acercó a lo que quería de su Inter. La interesante incorporación de Joao Mario junto al golpe que supuso el fichaje de Candreva servían como buenos escuderos para la llegada de Ever Banega, llamado a llevar el timón integrista en su nuevo intento de asaltar plazas Champions. Icardi, Éder, Miranda, Kondogbia, Perisic, Brozovic... mucho mimbre para armar el cesto como bien se pudo ver en la buena victoria ante la Juventus a mediados de septiembre.
Pero De Boer ha pecado de cierta inocencia a la hora de sentar una de sus líneas maestras en cuanto a presentar un equipo muy expuesto atrás, algo poco habitual en Italia y que le ha provocado encajar bastante goles fruto de repliegues lentos ante contraataques o segundas jugadas ante las que el centro del campo no llegaba presto a la ayuda. Hablando en plata, estamos muy acostumbrados a decir aquello de que los centrales que juegan en Italia nos parecen más de lo que son por jugar 'más arropados' y con De Boer ha sido todo lo contrario, no siendo la pareja Miranda - Murillo una de las peores que puedas ver en la Serie A.
Un detalle que seguro que trajo de cabeza al ya ex entrenador del Inter ha sido encontrar la ubicación sobre el césped donde Banega sea más determinante. Como 10 en la línea de tres mediaspuntas dejaba carencias en la 'sala de máquinas' a la hora de elaborar una jugada y como interior en el 4-3-3 perdía su último pase. Pero si algo ha condenado a De Boer ha sido la falta de acierto en ataque. Mauro Icardi, quien apartado de su vida fuera del terreno de juego es un jugador franquicia en la siempre exigente Serie A, va a empezar el mes de marzo con ocho goles y dos asistencias en once partidos, unos números escandalosos si por parte de sus compañeros en el ataque hubiera algo más, pero más allá son cuatro jugadores los que se reparten cinco goles. El saldo es que ni con los números de Icardi se salva el desastre si no hay una aportación más generosa de los que juegan detrás de él o más contundencia por parte de los que deben evitar los goles.
Stefano Vecchi, entrenador del Primavera, se hará cargo del equipo hasta que la dirección deportiva encuentre a un sustituto para el ex del Ajax con un primer partido bien exigente: visitar Southampton como último de grupo en la Europa League, una competición que quizá descuidó De Boer usándola a medias entre centro de pruebas y partidos para los menos habituales aprovechando no haber caído en un grupo excesivamente exigente y que, por ello, se ha convertido en una herencia envenenada para su(s) sustituto(s). De momento el Inter va a sumar a su noveno técnico desde que en 2010 ganara el triplete con José Mourinho, y por lo que ya suena, llegarán a los diez para cuando acabe el presente curso. Etiquetado en Il Trequartista