Revista Opinión

¿Que le pasa a España? ¿Por qué se está hundiendo?

Publicado el 23 septiembre 2015 por Franky
¿Que le pasa a España? ¿Por qué se está hundiendo? Cuando España está en peligro, desacreditada, debilitada y al borde de la ruptura, cuando más necesita la unidad de todos y el esfuerzo común, el sistema exhibe con desvergüenza su degradación y bajeza: Sánchez contra Rajoy, el PSOE contra el gobierno, Artur Mas contra España, vascos añorando a los asesinos de ETA, la Justicia ineficaz y sin reaccionar y la economía endeudándose velozmente y sin desprenderse del desempleo y la pobreza.

¿Que más necesitan los ciudadanos de España para llegar a la conclusión de que el sistema político ha fracasado y que es necesario y urgente dar por liquidada esta falsa democracia para construir, sobre sus cenizas, una democracia auténtica de ciudadanos libres y de partidos y gobiernos bajo control de la ética y el civismo?

Cuanto más tiempo dejemos a esta raza de políticos en el poder, más destruirán nuestra patria.

El sistema actual, ladinamente autodenominado "democracia" cuando solo es una sucia dictadura de partidos y de políticos profesionales descontrolados, es un fracaso que ha acabado con la prosperidad del país, que ha empobrecido al ciudadano, que ha destruido la mitad del tejido productivo, que ha sembrado la nación de dolor, desempleo y tristeza y que ha convertido a España en líder mundial de casi todo lo sucio y deleznable: desempleo, avance de la pobreza, desigualdad, trata de blancas, abuso de poder, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, blanqueo de dinero, fracaso escolar, desahucios, descrédito de la política, corrupción masiva, estafas y abusos y rechazo ciudadano a sus líderes políticos.

La independencia de Cataluña es un drama forjado por la clase política española. Al morir Franco, el independentismo era residual, pero los políticos españoles en el poder pactaron con el nacionaismo catalán para obtener sus votos y otorgaron a Pujol y a los suyos impunidad y permiso para intoxicar y sembrar de odio antiespañol las escuelas y la sociedad catalana.

Hoy, el independentismo está a punto de demostrar que ya es una fuerza mayoritaria, sin que los culpables de ese desastre paguen por ello, mientras la bolsa refleja en sus bajadas el drama catalán y los mercados están dejando de creer en nuestro futuro.

Aunque es evidente y palpable que el país zozobra, víctima de sus propios errores y conducido pésimamente por una clase dirigente que carece de solvencia moral, de altura profesional y de generosidad cívica, nadie pide perdón, ni demuestra propósito de enmienda, ni promete cambio alguno en una política que en lugar de servir los intereses ciudadanos se somete a los intereses de los partidos y del poder.

El sistema no es capaz siquiera de castigar a sus propios delincuentes, a los que han mentido, endeudado al país hasta la locura y saqueado las cajas de ahorros y el tesoro público. Los corruptos escapan impunes, cargados de dinero que nadie les obliga a devolver, mientras los ciudadanos, impotentes y acobardados, solo se atreven a denunciar a sus líderes en las encuestas, donde jueces, políticos y periodistas aparecen ya señalados como enemigos rechazados.

Muchos se preguntan que le ocurre a España y por qué tantas desgracias acumuladas. La respuesta es compleja y simple a la vez porque la desgracia española es el resultado de un cóctel con dos únicos ingredientes bien mezclados, que se ha tornado letal: el "primer ingrediente" es una democracia falsa y trucada, sin ciudadanos, sin sociedad civil, sin controles, cautelas ni contrapesos, que en realidad es una partitocracia corrupta y sin ética, desequilibrada, sin separación de poderes, sin una ley asumida por todos e igual para todos e incapaz de resolver sus conflictos internos; el "segundo ingrediente" es una clase dirigente torpe, arrogante, impune, inclinada al abuso, atiborrada de poder y de privilegios, incapaz de anteponer el interés general al propio, forjada en los hornos verticalistas y mafiosos de los partidos políticos, que desconoce el debate, el esfuerzo, el sacrificio y la ejemplaridad, que ha heredado todos los males y abusos del régimen de Franco sin ninguno de sus valores y que se ha prostituido en un obsceno baile de deslealtades, corporativismos y odios en el que participan, por igual, las derechas, las izquierdas y los nacionalistas, todos tirando del carro hacia su terreno y despedazando la nación.

Sandro Pertini, el fallecido presidente de la República Italiana, nos dijo una noche en Roma, a un grupo de periodistas españoles, con los que cenaba, que una vez cada cincuenta, cien o mas años, suele ocurrirle a determinados países con escasas defensas la desgracia de que lo peor de su sociedad, gente sin escrúpulos, egoísta, y de baja ética, accede al poder y lo ocupa. Cuando eso ocurre, decía el viejo presidente, hay que temblar porque entonces llegan todas las desgracias y el mal se convierte en un cáncer difícil de erradicar.

Es probable que Pertini se refiriera a lo que ocurría en la Italia de los años 80 del pasado siglo, cuando los partidos mafiosos y desalmados se hicieron dueños de la política italiana. Allí estaban la Democracia Cristiana, el Partido Comunista, el Partido Socialista y otros, todos ellos plagados de corrupción, abuso y maldad. El drama italiano fue desmontado por unos jueces ejemplares, que metieron a muchos políticos en la cárcel y acabaron con aquella ola de corrupción.

Es probable que en España esté ocurriendo lo mismo, que desde que murió Franco, una clase política ajena a la democracia, a la ciudadanía y a la ética ha tomado el poder y ha ido pudriéndose más y mas, hasta alcanzar las nauseabundas cuotas del presente, donde el país está siendo arrasado por unos dirigentes que no han cesado en su intento de envilecer también a los ciudadanos, mintiéndoles, manipulandoles, fomentando el fanatismo, estimulando el odio entre ellos y reprimiendo cualquier valor que aliente la decencia y la convivencia democrática.

Pero el caso de España es todavía más grave que el de aquella Italia que se repartían la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, porque España carece de jueces limpios capaces de solucionar el problema.

Los únicos que pueden hacerlo en España son los ciudadanos, pero ocurre también que los españoles no son capaces de dar la talla porque la mitad se han convertido en cobardes, incapaces de exigir limpieza y verdadera democracia, mientras que la otra mitad, confundida, fanatizada y víctima de la propaganda de los partidos y del sistema, comete el terrible error de votar en las urnas a sus verdugos, habilitándoles como cómplices para que sigan destruyendo el país.


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