Me sorprende el nivel de nuestras revistas literarias. Bueno, de algunas porque existen honrosas excepciones. Me refiero, en concreto, a QUE LEER, la publicación física que entiendo tiene mayor índice de lectura. Yo la compro a menudo, lo cual significa que estoy inmerso en el mismo proceso de atontamiento que muchos otros. La catalogaría como la revista del corazón –el HOLA de la literatura española–. Su contenido principal se centra los actos sociales (presentación de libros, premios, cotilleos, cuchillazos varios). Con respecto a los reportajes o entrevistas, apenas se diferencia de los periódicos (BABELIA, EL CULTURAL, en muchos casos superiores en calidad y en profundidad, y eso que han bajado mucho en los últimos tiempos). Con lo cual, ¿dónde está el valor añadido? Ah, dirá alguno, en la crítica literaria, en sus estupendas reseñas. O en el descubrimiento de nuevos talentos. Quizá en el reportaje en profundidad de los autores.Pues no, la crítica es más comentario, un comentario de amiguetes; los libros son los que están de moda en las librerías o los que empujan las editoriales potentes; los autores, los de siempre, más o menos. Apenas sale nada novedoso, provocador. Una revista de consumo, pero que no abre camino, que no marca tendencias, que no aporta nada especial. Literatura efímera. Literatura basura? Sin duda. Sólo nos queda confiar en todos esos movimientos literarios que han nacido en internet con ideas y ganas. Va por ellos.