Hace cuatro años, la libertad de expresión se ejercía con total impunidad por parte de personajes como Miguel Ángel Rodríguez, un individuo al que retribuían económicamente, y siguen haciéndolo, por verbalizar lo que hoy es considerado como apología de la violencia. Todos sabemos dónde estaría ahora mismo un twittero o bloguero que se hubiese atrevido a escribir y publicar un artículo semejante, pero dirigiéndose a Mariano Rajoy o a cualquier militante del Partido Popular. Así que, si todos somos iguales, que lo detengan también.
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