Que lo financiero no esté por encima de los criterios de salud

Con la Ley 100 de 1993, los colombianos estrenamos un sistema de salud, uno que en el papel prometía el acceso universal a un paquete básico de servicios de salud, sin importar nuestras clases sociales o las capacidades de pago.

Para ello creó dos regímenes: Uno, el Subsidiado, para las personas en las clases menos favorecidas; y un Régimen Contributivo, para aquellos que pudiésemos pagar una cuota cada mes a partir de nuestras capacidades de pago.

El sistema indudablemente trajo grandes beneficios, tuvo un impacto social muy fuerte. Antes, las familias que antes tenían un paciente, debían someterlo a un tratamiento de alto costo y para ellos tenían que irse inmediatamente a la ruina, vender su patrimonio, sus bienes para poder pagar la cuenta en el hospital.

Y esto hoy en Colombia no es así. El 95 por ciento de los colombianos puede acceder a alguno de los dos regímenes. Todavía falta ese cinco por ciento.

Los retos mayores que vienen son, por una parte, reformar, por lo menos de manera parcial, el sistema para que la dimensión financiera no sea cruel con ninguno de los actores, para que sea un buen negocio para las IPS, las EPS y para los usuarios. Pero que lo financiero no esté por encima de los criterios de salud.

Hoy necesitamos –en ese sentido– llegar a la superación del segundo reto: La humanización en el servicio.

El costo que hoy tiene llegar a una alta cobertura. Son citas de 20 minutos, en el mejor de los casos, en los cuales 15 de esos minutos, el médico tiene que destinarlos a diligenciar información en un computador y casi no dejar tiempo para mirar a los ojos a sus pacientes. La humanización es el segundo desafío.

Por ello, cobertura y calidad son los grandes retos del Sistema de Salud en Colombia.

Nota: Esta videocolumna fue grabada desde la cama de un hospital y publicada originalmente en Noticias RCN el día 12 de octubre de 2020.