En este país somos tan vagos, cobardes e interesados que no alzamos la voz hasta que el barco está completamente hundido. Mientras se mantenga a flote, por mucha agua que entre, a cantar y bailar. Ahora que el cielo se pone negro muchos profesores y sindicatos salen a la calle con discursos, cánticos y pancartas cargadas de ira y persuasivos mensajes "Los jóvenes son los adultos del mañana" "Invertir en educación es invertir en futuro" "Los niños merecen lo mejor de lo mejor" pero...¿Por qué siempre protestamos cuando nos tiemblan las piernas y se nos vacía el bolsillo? ¿Importan los niños o, más bien, conservar el puesto y ganar votos? Igual soy un mal pensado, pero la sinceridad escasea demasiado. Si de verdad les preocupasen los jóvenes no dudarían en meter más horas o bajarse voluntariamente 200 euritos el sueldo para que otros profesores (como yo) pudiesen trabajar y arrimar el hombro en la mejora ¿Cuántos por 1.000 € estarían dispuestos a lo que otros no hacen por 2.000?
Nadie puede discutir que sin dinero no hay caramelos, eso es de cajón. Si se invierte menos y se sigue recortando no quedará otra que empeorar sin freno. Los primeros perjudicados serán alumnos y profesores; después, la sociedad. Una mala educación supone malos pilares para el edificio, todo se derrumbará por efecto dominó. Ahora bien, no le echemos al money toda la culpa y comentemos otros factores que hacen mucha pupita a la enseñanza pública y privada; factores no tan evidentes para quienes no se dedican a este sector, pero igualmente dañinos (si no más). Conste que hablo desde mi experiencia docente, profesión que elegí por vocación y de la cual estoy completamente orgulloso. Profesión realmente dura, valiosa e inquietante cuando uno se la toma en serio. Siento si con mis palabras hiero algunas sensibilidades, pero ya va siendo hora de perder el miedo y llamar a las cosas por su nombre. No gano nada cubriéndole las espaldas a individuos que no harían lo mismo por mí.
Experiencia universitaria
Desconozco si con el plan Bolonia la cosa habrá cambiado (lo dudo), pero la carrera de magisterio es de vergüenza. Sí, sí, de absoluta vergüenza, y lo reconoce alguien que estuvo allí ¡No aprendí prácticamente nada útil! Para que mejore la educación de los niños primero debe mejorar mucho la de sus profesores. Existe la estúpida convicción de que enseñar a renacuajos es moco de pavo y puede ser tomado a la ligera. Entiendan de una vez que somos los encargados de formar personas desde los 3 a los 12 años, una de las etapas que (aunque parezca mentira) más huella deja en el individuo. De nosotros depende, en gran medida, que esas personas tengan las herramientas para triunfar en el futuro ¿Cómo van a llegar a algo si están en manos de absolutos incompetentes?
De cada hornada de maestros que consiguen el título sólo un 30 % lo merece, así de claro. Tengo la sensación de que se aprueba por lástima ¿Cómo es posible que un personaje que se salta las clases, copia trabajos, se niega a aportar nada útil y se comporta como un quinceañero atontado pueda ponerse una bata y llamarse maestro? Los profesores de universidad tampoco es que transmitan seriedad, ganas y valores cuando se dedican a proyectar PowerPoints y repartir los mismos apuntes desde hace 30 años. Llámenme raro, pero odio que los títulos se repartan en la tómbola. Nuestra profesión ha perdido el prestigio con toda la razón del mundo.
Experiencia laboral
Reconozco que en mis dos años de experiencia como currante he conocido maestros de aplauso, de esos que se llevan el trabajo a casa y nunca dejan de pensar en cómo enseñar más y mejor. Son gente entregada, original, trabajadora, luchadora, inconformista...son el espejo dónde me miro cada mañana. Luego están los que creen que ser profesor consiste en obligar a los chavales a cerrar la boca y rellenar libros. Estos impresentables son la auténtica lacra de la educación española, y encima abundan. Personajes incapaces de aportar nada útil, incapaces de innovar, de crecer, de mejorar. Pueden pasarse la vida haciendo lo mismo, por poco que funcione, y se niegan a dejar entrar aire fresco que los deje con el culo al aire. La vocación se les ha olvidado, su lema es "trabajar cuanto menos y ganar como el que más" y no se despegan del maldito libro del profesor ni para ir al baño. Tienen la suerte de conservar eternamente sus puestos de trabajo por enchufismo (hijo de, novio de, antiguo alumno de) u oposición. Así no vamos a ningún lado, señores. A los docentes se les debe atar en corto por si a alguno se le ocurre convertirse en un PUTO VAGO.
Termino con una escalofriante anécdota. Cuando comencé a trabajar, por ganarme el puesto y marcar la diferencia, traté lógicamente de dar lo mejor de mí. No paraba de diseñar mis propios materiales, buscar vídeos, canciones, juegos...Cualquier recurso que hiciese sentir a mis pupilos que estudiar merece la pena y puede resultar incluso divertido. Las clases, y no lo digo por chulear, eran una pasada. Los enanos hasta se quejaban cuando me iba "¿ya está? ¿ya se ha pasado la hora?" Salía del colegio con la sensación del trabajo bien hecho hasta que un adorable compañero me sugirió, con bellas palabras, que dejase de hacerlo bien. Mis alumnos no debían ser más listos que los suyos, todos iguales ante la ley. Lo natural es que fuese él quien siguiera mi ejemplo, pero claro....¿para qué matarse la cabeza si vamos a ganar lo mismo?
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