Informado estoy señores,
informado muy de veras,
que os velaréis mañana,
quiera Dios para bien sea,
y que gocéis matrimonio
según tu amor lo desea...
[De la enhorabuena de Polentinos]
En septiembre he vuelto a mis orígenes. Durante los últimos años, por unas u otras causas, no he podido llenarme de todas esas sensaciones que sugería a los demás en esta columna de los viernes en Diario Palentino, donde con tanto mimo me trataron siempre, y a quienes debo este gusanillo que me anima a seguir exponiendo la historia y el sentimiento de la montaña palentina. Todo es una cadena: los buenos amigos que dejaste; los vecinos de tu quinta, que recuerdan aquellos días de escuela y frío.
No han faltado las cervezas de medio día en los bares de la localidad. En la Posada de Camasobres, Felipe me muestra ilusionado las carpas que ha colocado en el patio exterior, y que obedecen a su decisión de darle un empujón a su negocio, habilitando en aquella parte que mira a la iglesia de Camasobres un espacio para los banquetes de boda; la última, hace unos días, de una pareja gay, lo que tampoco ha despertado una polémica excesiva, acogiendo con naturalidad un hecho que habla del respeto hacia un colectivo tan marginado durante siglos.
Hace unos meses, Marta, una sobrina que es para nosotros como una hija, nos invitó a su boda, cuya ceremonia religiosa tendrá lugar mañana en la iglesia de Polentinos, el pueblo de su madre y de sus tíos, donde pasó muchos veranos. El novio, Javi, de Redondo, que vive y trabaja en la villa cerverana. La comida se celebrará en el Parador Fuentes Carrionas, donde tengo previsto sorprenderles con la enhorabuena que se cantaba por estos pueblos, adaptación bastante más corta y con algunas pequeñas modificaciones en la letra.
Con estas historias danzando alrededor, he recuperado un poco ese sabor añejo que propongo a los demás; que propongo de corazón, porque me llena el espíritu; que vivo en plenitud junto a la gente que vive y ama la tierra de los nuestros.