Está claro que la vuelta a la rutina profesional y a nuestros hábitos de vida son duros, tras unos días de descanso (cuantos más, peor) donde nuestros hábitos han sido otros muy diferentes. No podemos olvidar que todo en exceso es malo. Pero… todo lo bueno tiene su fin y debemos asumirlo.
La vuelta al trabajo se debe hacer con tranquilidad y partiendo de lo bien que lo hemos pasado en nuestras vacaciones y pensar en las siguientes. Tenemos que dosificarnos las fuerzas y los primeros días de la vuelta al trabajo alternar tareas entretenidas con otras menos relajantes. Los primeros días son para ponerse al día sobre los temas que han variado en nuestra ausencia, ver en qué estado están los temas pendientes de cara a retomarlos en función de los plazos de entrega, comenzar nuevas tareas o temas que han surgido. Esto se debe alternar con comunicarnos con nuestros compañeros de trabajo sobre nuestro descanso estival.
También va bien en estos primeros días de la vuelta el dedicar tiempo a ordenar nuestros papeles y mesas de trabajo si no nos dio tiempo de hacerlo antes de irnos. También, actualizar nuestra agenda de trabajo para poder planificar los últimos 4 meses del año, que seguro que nos harán movernos a un ritmo más frenético.
Algunas personas vuelven al trabajo y llaman depresión postvacacional a la falta de motivación por su trabajo, que por desgracia es algo que ya tenían antes de irse de vacaciones. Se añoran los días de asueto, las actividades que nos han alejado del trabajo para hacernos relajar, disfrutar… Los problemas que dejaste antes de irte de vacaciones en tu mente, sino les habéis buscado solución durante esta pausa, seguirán ahí y volverán con más fuerza que antes de vuestras vacaciones. Si estáis sin fuerzas y sin motivación por vuestro trabajo debéis de reflexionar con vosotros mismos e identificar qué está en vuestra mano para poder revertir en parte esa situación de desazón profesional. Está claro que solucionar determinadas problemáticas de vuestro trabajo no dependerá solamente de vosotros. Sin embargo, podéis buscar alternativas y plantearlas a vuestros responsables y empresas. A veces, determinadas cosas o cambios no se acometen porque nadie los ha planteado aun.
Las vacaciones son un buen momento para desconectar y para reflexionar sobre nuestra desmotivación y ver que podemos hacer para volver con otra mentalidad y actitud. Cada uno opta por una forma diferente. Pero lo que queda claro es que todas las empresas tienen cosas buenas y otras a mejorar. Podréis cambiar de trabajo y todos los comienzos son idílicos y el tiempo os hará ver la realidad de cada compañía. En la anterior podríais tener un jefe complicado y quizás en la nueva vuestro jefe sea estupendo, sin embargo, tropecéis en esta nueva empresas con un compañero imposible de tratar. Esto ocurre igualmente con las tareas que os tocan desempeñar. Todo puesto de trabajo tiene tareas o funciones que nos apasionan más que otras, sin embargo, todas se deben ejecutar y acometer. Porque es imposible que nos apasione todo lo que conlleva y exige nuestro trabajo. La cuestión es buscar el equilibrio para estar bien.
Hoy creo que me voy a poner mi gorro de psicólogo y os hago una reflexión para que no os frustréis. Nadie os va a dar la clave para motivaros y cambiar el chip. El cambio debe partir de vosotros y eso supone empezar por asumir la situación en la que os encontráis y buscar soluciones que parten de pensar de otra forma para salir de ese pozo anquilosado en el que os encontráis. Esto no significa seguir en ese mismo trabajo, si vuestra conclusión final es que lo mejor para vosotros es cambiar, pues ya sabéis, tenéis que poneros manos a la obra para encontrar otra cosa, porque no os va a llover del cielo sino os ponéis a ello. Si por el contrario queréis seguir en vuestro trabajo actual, debéis tener claro que determinadas cosas y personas no cambiarán. Lo que si que podéis cambiar es vuestra forma de afrontarlo y de verlo. Esto requiere tiempo para poder llevarlo a cabo. Tenéis que llegar a un punto que os permita desempeñar vuestro trabajo y desarrollaros sin que os afecten esas cosas que os “rayan” de vuestras empresas hasta el punto de anularos en lo profesional. Las personas tendemos a quedarnos solamente con lo malo de nuestros trabajos, sin embargo, debemos valorar y agradecer las cosas positivas que también tienen.
Así que debéis de llamar correctamente a lo que sufrís porque yo no creo en la depresión postvacacional y más cuando tantos millones de personas quieren trabajar y por desgracia no pueden. Todos tenéis derecho a quejaros de lo vuestro, sin embargo, a veces mirad a vuestro alrededor para saber valorar lo que tenéis y de lo que disfrutáis en vuestro día a día. Quejarse es gratis, sin embargo, en muchas ocasiones estas quejas no son objetivas.
Yo sí que pienso que volver a nuestros hábitos de vida académica, profesional, personal que no dejan de ser rutinarios, cuesta porque toca cambiar el chip y volver a lo de costumbre. Aunque en más de una ocasión, tras el descanso, se coge con ganas volver a nuestras vidas. Si siempre estuviésemos de vacaciones también seria algo rutinario que nos pudiese llegar a aburrir.
No me mal interpretéis. Soy al primero que se me hace duro volver a la rutina laboral, sin embargo, de ahí a llamarlo depresión psotvacional existe un largo camino que la gran mayoría no recorremos. Por lo tanto, no nos dejemos llenar la cabeza de fantasmas inexistentes. Recordemos positivamente esos días de asueto… y centrémonos ahora en nuestro futuro próximo… que por qué no, nos hará ansiar las siguientes vacaciones.
¿Qué opináis de la depresión postvacacional?