El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía es la última instancia jurisdiccional en la que se pueden recurrir todos los procesos civiles, penales, contenciosos-administrativos y sociales incoados en la Comunidad y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En cualquiera de sus Salas repartidas por Granada, Málaga y Sevilla acaban todos los recursos de apelación que se interponen contra sentencias dictadas por los juzgados de Andalucía. Se trata de la máxima expresión del Poder Judicial en esta Comunidad y donde se dirimen todos los fallos que se recurren en la región.
El primer aspecto se materializa en las “decenas” de sentencias del TSJA contrarias a la decisión de la Junta de Andalucía de excluir de la financiación pública a aquellos colegios concertados que segregan a los alumnos en función del sexo. La Administración andaluza ya había advertido a esos centros escolares sobre la necesidad de impartir una educación indiferenciada, sin discriminación alguna, como condición para renovar los conciertos que dan lugar a la financiación. Ante la resistencia de algunos centros concertados a dejar de segregar, la Juntade Andalucía no renueva los conciertos educativos que mantenía con ellos, lo que lleva a cada parte a pleitear por sus razones en los juzgados. Esa competencia de la Juntade Andalucía no acaba de ser aceptada por el TSJA, que avala el supuesto derecho de tales colegios a ser financiados con cargo a los presupuestos de la Comunidad Autónoma.
Sin embargo, tras un cambio de Sala (de la Primera a la Tercera), las dos últimas resoluciones del TSJA avalan la legalidad del hotel. Este “cambio” de opinión sorprende mucho más que su obcecación por la educación segregada al evidenciarcriterios contrapuestos. Hay que recordar que la polémica nace del “despiste” inicial en la planimetría oficial del Parque Natural que transforma en urbanizable un espacio donde El Algarrobico aparecía como protegido y no urbanizable, y continúa hasta la última sentencia emitida hace pocas fechas, en la que se falla a favor de los intereses de la empresa constructora del hotel.
Mientras tantos, las formaciones políticas participan del despropósito, posicionándose según conveniencia partidista en vez de alinearse en defensa de la legalidad y del interés público. El PSOE, que inicialmente concedió la licencia municipal, ha mutado en contra de levantar aquel edificio y de cualquier modificación del planeamiento de la zona distinta a su catalogación como no urbanizable. Y el PP, que gobernaba cuando el Ministerio de Medio Ambiente, del que era titular Jaume Matas (hoy en prisión), no intervino para impedir el procedimiento en amparo de la Ley de Costas, sigue favoreciendo al ladrillo. Así, los primeros votan mociones contra el hotel, o se abstienen, y los segundos se prestan a apoyar su construcción. Unos y otros, con el TSJA sumándose al despiste, protagonizan un enfrentamiento en el que las leyes sirven de munición para la confrontación política. Y el “árbitro” que debe dirimir estos combates judiciales parece ignorar su neutralidad y objetividad. ¿Qué pasa, en fin, en el TSJA?