Qué pasó con la enseñanza, de Luisa Juanatey

Publicado el 15 octubre 2015 por Rustisymustis @rustismustis
Qué pasó con la enseñanza
Autora: Luisa Juanatey
Editorial: Pasos perdidos
ISBN: 9788494343407
Páginas: 249
Sinopsis
Pocos problemas existen hoy en España que consigan un grado de unanimidad como el de la educación: todo el mundo coincide en que no goza de buena salud, a pesar de las continuas reformas a que ha sido y sigue estando sometida.
Qué pasó con la enseñanza son las memorias de una profesora que ha ejercido durante más de treinta años en el sistema público. No viene a añadirse a la larga lista de propuestas de cambio que necesita el sistema educativo en España; es el relato y el análisis de una experiencia –compartida por numerosísimos profesores- que nos permite comprender de manera directa lo que ha ocurrido en nuestros centros educativos y por qué se han visto defraudadas las expectativas de alcanzar una enseñanza pública de calidad.
El relato varía entre la evocación risueña, el juicio irónico y cierta melancolía inevitable, al mismo tiempo que expone y defiende lo que, desde cualquier perspectiva razonable, ha de ser la figura del profesor para conseguir una enseñanza pública de calidad y gratuita al alcance de todos.

Reseña de Mustis
Si alguien espera encontrar en Qué pasó con la enseñanza un ensayo repleto de términos técnicos pedagógicos únicamente interesante para expertos en el tema, se equivoca totalmente. Este libro está tan bien escrito, de una forma tan amena y cercana, y trata temas tan importantes, que creo que debería ser leído por cualquiera que esté mínimamente interesado por la educación de sus hijos o de cualquiera de los jóvenes que tenga cerca.
Luisa Juanatey habla desde la autoridad que le da el haber sido profesora de lengua y literatura en la enseñanza secundaria durante más de treinta años. Aunque ahora ya está jubilada, Juanatey desarrolló su trabajo tanto en los tiempos del BUP y del COU como después del cambio que supuso la LOGSE. Y precisamente la autora centra sus críticas en la LOGSE, una ley de educación que según su opinión resultó un fracaso debido a que fue ideada por "expertos" que nada tenían que ver con el trabajo diario en el aula.
Luisa Juanatey no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar todo lo que ella cree que ha fallado, y con muchas de sus opiniones estoy totalmente de acuerdo. Nos cuenta, por ejemplo, cómo la LOGSE llegó cargada de nuevos conceptos como las famosas programaciones con sus objetivos, criterios de evaluación, contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales... Ella se pregunta: ¿en qué mejoraba todo esto la labor del profesor? No sólo llega a la conclusión de que en nada, sino que les añadió un plus de papeleos sin sentido para los cuales los profesores debieron realizar un sinfín de cursillos en los que la tan cacareada "motivación" que se debía conseguir con los alumnos, en estos brillaba por su ausencia.
La autora se pregunta si alguna vez los inspectores llegaron a leerse esas programaciones que, sobre el papel, parecían tan interesantes, pero que en muchos centros se convertían en un corta-pega de las oficiales, con párrafos sin sentido, errores de concordancia, que no pegaban ni con cola con los anteriores...
Se puede estar de acuerdo con Luisa Juanatey en todo, en muchas cosas o en nada en absoluto. Yo he de decir que comparto la mayoría de sus opiniones, pero no tanto su visión del abismo tan grande creado tras la LOGSE entre la educación que pueden ofrecer los colegios públicos y la que se consigue en los privados. Creo que ahí su visión es demasiado pesimista, porque mi experiencia me dice que ni en todos los públicos los resultados son tan malos (según ella el nivel de comprensión lectora con el que llegan a los institutos es, en general, mínimo) ni todos los privados son tan maravillosos. Sin embargo sí que comprendo que opine así, porque Juanatey vivió unos años de bonanza en la enseñanza que ella recuerda con gran cariño, en los que nos cuenta que enseñar era un placer, cuando los profesores eran muy bien considerados en la sociedad y los alumnos acudían, en una gran mayoría, con ganas de estudiar.

Luisa Juanatey


Luisa Juanatey, para escribir su libro, ha recopilado anécdotas que ella misma y otros compañeros profesores vivieron en el aula con sus alumnos. Estos recuerdos destilan un amor por la enseñanza tan grande, que al leer el libro sólo podía pensar que qué suerte habían tenido los chicos a los que les había dado clase. Es una pena que gente así, con ideas fantásticas y unas ganas enormes de enseñar, se estén dando actualmente contra una pared cuando diariamente entran a clase y se encuentran que si logran mantener cinco minutos un mínimo de silencio ya se pueden dar por satisfechos.
Este libro no nos da soluciones para cambiar la enseñanza, para mejorar un sistema innegablemente fracasado. Pero sí que aporta un dato clave para entender este fracaso: una ley de enseñanza no debe cambiarse nunca desde un despacho. Siempre se debería escuchar al profesorado, a un colectivo con años de servicio a sus espaldas. Quién mejor que los profesores saben qué es necesario cambiar y de qué manera. Y además habría que restablecer el respeto por una figura que en este momento ha perdido toda la autoridad que antes tenía, tanto por parte de alumnos y padres como por la clase política y los medios de comunicación.