¿Qué pasó con una de las míticas de la edad de oro del software Español? (Parte 2): Opera Soft

Por Juan Carlos Fernández

Opera Soft es sin duda un referente de la denominada edad de oro del software español y, bajo mi punto de vista, quizás el mejor estudio de aquellos años, caracterizado siempre por la calidad de sus obras y la profesionalidad de sus integrantes y, especialmente, fundadores.

Lo primero que destaca de Opera es que sus fundadores venían ya del mundo del desarrollo de videojuegos, lo que le dio un primer barniz de respeto a la compañía en el sector. Así, Carlos Alberto Díaz de Castro, José Ramón Fernández Maqueira, Paco Suárez, José Antonio Morales y Pedro Ruiz, todos ellos provenientes de la también mítica pero más desconocida Indescomp, fundaron Ópera en 1986 con la base de la experiencia que atesoraban.

Como veníamos diciendo, la producción de estudio fue siempre, por regla general, de calidad y, si bien es cierto que no lanzaron tantos títulos como otras compañías, su número no fue nada desdeñable. Como es lógico, la gran mayoría de títulos fueron desarrollados para plataformas de 8 bits, fundamentalmente Sinclair ZX Spectrum,  Amstrad CPC y Commodore 64.

Ya el primer juego fue todo un éxito, el recordadísimo Livingstone Supongo, divertida aventura de plataformas cuya misión consistía en rescatar al misionero David Livingstone en África. Tras un par de títulos más como Camelot Warriors y The Last Mission, con éxito internacional (fundamentalmente en Reino Unido), lanzaron en 1988 la gran joya de la corona y, el que ha sido considerado, el mejor juego de 8 bits de la historia, la Abadía del Crimen.

Como todos sabemos, en juego se basa en la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco y fue programado por el desaparecido Paco Menéndez. Al contrario de lo que sucedió con Livingstone Supongo, la Abadía del Crimen no fue un gran éxito de ventas, sino que el reconocimiento y la consideración como juego de culto vino después. La temática era simple. El fraile franciscano, Guillermo de Occam y su ayudante Adso deben descubrir una serie de crímenes ocurridos en una abadía en pleno siglo XIV. Aunque la simpleza del objetivo es evidente, el desarrollo del juego era extremadamente complejo, con una dificultad muy alta, lo que posiblemente hizo que no alcanzase las cotas de popularidad que se merecía.

En los siguientes dos años salieron un buen número de juegos, destacando Goody, Sol Negro o Livingstone Supongo II, todos ellos arcades de gran calidad. Entre 1990 y 1992 la compañía decide apostar por los juegos deportivos, en línea con la tónica en otros estudios. Así, bajo la división de Opera Sport, títulos como Mundial de Fútbol, Golden Basket, Ángel Nieto Pole 500 o Poli Díaz vieron la luz en un corto espacio de tiempo los cuales, a pesar del esfuerzo de Opera , no alcanzaron la calidad ni relevancia que debieron tener, salvo quizás Ángel Nieto Pole 500 que era muy correcto a la par que entretenido.

1992 fue el fin de Opera motivado, como casi todos sus coetáneos, por la crisis de los 8 bits y la incapacidad para reaccionar ante la oleada de la nueva generación de los 16 bits. Lo intentó, tarde y mal con un par de títulos, el más destacado La Colmena, programado íntegramente en 16 bits para Amiga y PC. Era una especie de juego de cartas de contenido erótico y con ilustraciones del gran Alfonso Azpiri, que tuvo cierta repercusión pero desde luego no sirvió para salvar la compañía.

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