¿Que por qué no se denuncia más la violencia de género? ¡Hipócritas!

Por Marperez @Mari__Soles

No sé qué pensarán otras, pero a mí, personalmente, me molesta cada vez más tener que escuchar a determinadas personas haciendo preguntas retóricas sobre la situación actual de la violencia de género en España, como, por ejemplo, “¿por qué hay cada vez menos denuncias?”. ¡Como si fueran incapaces de “descifrar el misterio”! ¡Año tras año, la misma hipocresía!

A lo mejor pareceré una exagerada, pero estoy muy harta ya de que nos sigan tratando como si fuéramos estúpidas. A veces, cuando se habla de violencia de género en las noticias, tengo la sensación de que creen que ser víctima (o superviviente) significa no entender su idioma, o estar sordas, o no tener acceso a la televisión, a la radio, a Internet, etc. Me recuerdan a esos y esas adultos/as que hablan de sus niños/as en su presencia, en tercera persona, con otros/as adultos/as. ¿No saben que es de mala educación y que puede causar muchísimo daño? ¿Cuándo se va a empezar a tratar a las mujeres como adultas, INCLUYENDO a las que hayan sido o estén siendo maltratadas? ¿Dónde está escrito que el maltrato hace a las mujeres imbéciles, sin capacidad de entender ni de expresarse por sí mismas?

Llevo años oyendo a políticos/as, periodistas, etc., preguntándole al viento que pasa por sus narices que por qué cada vez las mujeres retiran más denuncias, ponen menos denuncias nuevas, y, sin embargo, no se reducen las cifras de asesinatos. ¿Cómo que por qué? ¿Todavía no se atreve nadie a hablar claro? ¿Todavía no hay ningún medio que tenga el valor suficiente para sacar las opiniones reales, crudas, de las mujeres protagonistas? En este país se pueden emitir espectáculos sangrientos de tortura animal, pero no se puede hablar de violencia de género con claridad. Solo tienen derecho a hablar las personas que viven de esto… “profesionales” que cobran copiosos sueldos gracias a las abundantes subvenciones que existen para ayudar a las víctimas… y hablar en su nombre, por lo visto.

Por suerte, muchas, muchísimas de esas “víctimas” y “supervivientes” (muchas más de lo que a ciertos sectores les gustaría) tenemos acceso a algún medio en el que podemos expresarnos libremente y despacharnos a nuestro gusto. A pesar de los esfuerzos de los grupos machistas por callar las voces de las valientes, cada vez hay más blogs, páginas, foros, grupos, libros, revistas, etc. Si se quiere saber la respuesta, solo hay que buscarla: está ahí, disponible para quien, de verdad, quiera saberla. Sí se sabe por qué cada vez las mujeres recurren menos a las denuncias, por qué no se consigue prevenir tantos asesinatos, por qué hay cada vez menos órdenes de alejamiento y menos medidas de protección. ¡Claro que se sabe! ¿Por qué son tan hipócritas?

Hace tres años, en 2012, Amnistía Internacional publicó un informe en el que denunciaba ya esta situación: ¿QUÉ JUSTICIA ESPECIALIZADA?. En ese informe pueden verse suficientes datos como para tenerlo meridianamente claro y no volver a hacer el ridículo haciendo la dichosa preguntita y poniendo esas caritas de falsas inocencia y preocupación. ¡Léanlo de una vez, por favor! Nada ha mejorado desde su publicación; al contrario: la tendencia sigue siendo la misma. Los recortes tampoco ayudan.

Lo que ayudaría sería poder hablar de esto abiertamente, pero informando bien. No basta con decir “denuncia”. No basta con denunciar (y ese informe de AI aclara muy bien por qué). No es suficiente con centrar la atención en lo que hace o deja de hacer la víctima. Hay que empezar a hablar de lo que hacen los maltratadores, sus abogados, la gente que los apoya, por qué se siguen sintiendo cada vez más amparados e impunes, quiénes les están dando tanta cancha a ellos para que sigan sintiéndose con derecho sobre ellas… Hay que hablar de quiénes se están beneficiando de que siga existiendo la violencia de género, quiénes cobran, qué sectas militarizadas están detrás de los movimientos antifeministas y “feministas radicales”, quiénes quieren cohartar nuestra libertad de expresión y dictarnos no solo lo que decimos, sino qué palabras usamos, qué podemos pensar y qué no. Hablemos de cuánto se le paga a una víctima para que pueda rehacer su vida, y cuánto se le paga a una abogada para que defienda al maltratador. Hablemos de dinero… porque, nos guste o no, el dinero siempre es la pista, aunque nos cause (al menos a mí) náuseas. Hablemos de por qué siempre deben ser las mujeres las que abandonen sus casas, sus trabajos, todo, y esconderse, mientras el maltratador puede seguir haciendo su vida. Hablemos de por qué se emplea la duda y la ofensa en los juicios contra las denunciantes, por qué se empeñan en espiarlas y hacerlas sentirse juzgadas y vigiladas a ellas, mientras ellos, los maltratadores, viven tan felizmente y siguen reincidiendo hasta que, como ayer, y como tantas otras veces, acaban asesinando. ¿Hablamos?


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