El panorama andaluz en vísperas de las elecciones del 25 de marzo es triste y carente de ilusión con una importante masa de votantes preocupados por el deterioro de la política y la economía que no saben qué hacer. Es evidente que no se debe votar a los socialistas porque eso representaría prolongar la agonía andaluza, la corrupción y el abuso de poder, pero votar a una derecha que no ha sido capaz de ilusionar y que se acerca al poder aupada, no por sus propios méritos y propuestas, sino por los errores y desmanes de los socialistas, tampoco resulta estimulante. La razón aconseja a muchos abstenerse para no alimentar un sistema corrupto o votar en blanco para expresar su protesta cívica frente a los partidos políticos y la insatisfactoria oferta existente, pero todos tienen miedo a que el clientelismo, la anestesia y el engaño hagan posible una nueva victoria de la izquierda, algo que podría representar para Andalucía una sentencia de muerte.
Queda la opción de votar a partidos pequeños que conservan todavía cierta limpieza y sentido democrático, como Escaños en Blanco, UPyD y otros, una opción que será elegida por muchos andaluces conscientes, que no se sienten capaces de dar su voto a ninguno de los dos grandes partidos de la partitocracia española.
Hay en Sevilla un profesor de derecho al que siempre consulto antes de las elecciones porque sus análisis y conclusiones son de una lucidez extraordinaria. Lo hice ayer por la tarde y me dijo lo siguiente:
"Lo ideal para Andalucía sería que la masa de votos en blanco y de abstenciones fuera abrumadora y escandalosa. Eso serviría para poner en cuestión el sistema, corrupto e indecente hasta el hartazgo, pero ese voto masivo de protesta daría, seguramente, la victoria a la izquierda, más fanatizada y clientelar, la cual tiene la poca vergüenza necesaria para leer el resultado como una victoria propia. Por eso, la situación ideal posible quizás sea una victoria del PP, pero insuficiente para gobernar, que le obligara a sellar una coalición con un partido como UPyD, más limpio y reformador, que le pondría las cosas difíciles y le obligaría a hacer reformas y cambios que el PP, por propia iniciativa, jamás emprendería. Para mi, una coalición de gobierno PP-UPyD es la opción posible más beneficiosa para los andaluces y para España".
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