Una simple revisión de los objetivos de esos proyectos indica que casi la mitad, 13, pretende “promover” algo, y el resto emplea un significado alternativo o se destinan a la asistencia a grupos cuyo propósito es destruir la Revolución cubana mediante la subversión. Es digno de análisis lo que la NED desea producir en Cuba y a muchos podría interesar.
La NED (Fundación Nacional para la Democracia), se sabe, aunque los emporios mediáticos lo silencien, es una tapadera de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), cuyos fines mundialmente son conocidos, y en el caso cubano han participado en la creación de grupos paramilitares terroristas y diversas operaciones encubiertas, cuyo abanico va desde el asesinato político, el magnicidio, o la recolección de información para los más variados planes de guerra, que ni siquiera han excluido la guerra biológica contra la población cubana.
De modo que, categóricamente, la NED no tiene nada de altruista, y sí bastante de manipulación encubierta e interesada para la agresión y la subversión, como argumentamos aquí.
Se declara una organización privada —fundada en 1983— sin fines de lucro y dedicada al crecimiento y fortalecimiento de las instituciones democráticas en el mundo. Con la financiación del Congreso de los EE. UU. patrocina más de 1000 proyectos de grupos no gubernamentales en el exterior. Pero tiene el propósito de llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la CIA durante decenios. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en decenas de países.
En su Declaración de Principios, explícitamente, la NED hace constar que: “…concentrará la mayor parte de sus recursos en situaciones que ofrezcan una posibilidad realista para lograr el progreso hacia la democracia”. Obviamente, la “democracia” que propugna Estados Unidos con sus valores.
O sea, es el añejo y decadente propósito, metamorfoseado para peor, que ha sido llevado a su máxima expresión por Barack Obama, pero que antes fue expuesto por Allen W. Dulles, el primer director de la CIA, en su libro El arte de la inteligencia, donde explicó lo que Estados Unidos debía hacer para imponer su hegemonía: “…Sembrando el caos (…) sin que sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos.
”…Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos y pervertiremos (…). Debemos lograr que los agredidos nos reciban con los brazos abiertos, pero estamos hablando de ciencia, de una ciencia para ganar en un nuevo escenario la mente de los hombres. Antes que los portaaviones y los misiles, llegan los símbolos, los que venderemos como universales, glamorosos, modernos, heraldos de la eterna juventud y la felicidad ilimitada.
”El objetivo final de la estrategia a escala planetaria es derrotar en el terreno de la ideas las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos.
”Gracias a su diversificado sistema propagandístico ─donde hoy día desempeñan un rol preponderante emporios mediáticos y redes sociales─, Estados Unidos debe imponerle su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del mundo, en un contexto internacional donde nuestras grandes corporaciones transnacionales contarán siempre con el despliegue inmediato de las fuerzas armadas, en cualquier zona, sin que le asista a ninguno de los países agredidos el derecho natural a defenderse.
En la cita de Allen Dulles se precisa que la subversión es una ciencia, por tanto se sustenta en los adelantos tecnológicos, dirigidos a la manipulación de la conciencia.
La ciencia de la subversión ha continuado enriqueciéndose por décadas. Un ejemplo cumbre son las teorías de Gene Sharp, los “golpes suaves”, que están englobados en la llamada Guerra No Convencional de las Fuerzas de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos, según la Circular de Entrenamiento 18-01 (TC- 1801), que indica:
“…prever las medidas que pudieran transformar la situación vigente en una más conveniente, a través de métodos como la persuasión; la degradación del control del adversario sobre la población; el reforzamiento de la voluntad de resistir de esta y el empuje de la mayoría de la población hacia posiciones contrarias al gobierno”.
Que nadie se llame a engaño al respecto de lo que la NED pretende “promover” en Cuba. Washington continuará los intentos de subversión contra la Revolución cubana. Sea quien sea la cara presidencial de imperio.
El cacareado “deshielo” que supone terminada la confrontación con la isla por parte de Estados Unidos es un eufemismo. No se ha detenido la subversión, que es lo que pretende la NED.
Bastaría recordar que tres días después de la visita de Obama a La Habana, en marzo de 2016, el Departamento de Estado anunció un programa de orientación de prácticas comunitarias por más de 750 000 dólares para “jóvenes líderes emergentes de la sociedad civil cubana”.
Pero, más recientemente, cuando los jóvenes cubanos están denunciando las actividades de la USAID con el programa de becas World Learning —ONG norteamericana—, uno de los grupos activos que recibe fondos de la NED como “medios para periodistas independientes” se dedica a manipular. Así se cierra el círculo de sus pretensiones.
Washington siempre se ha mostrado terco para aprender, que en la isla nunca deben pretender agitar el avispero cubano y especialmente la juventud, que no ha renunciado a su Revolución.
Si la NED y la CIA, entre otras instituciones bien maquilladas, como aparatos imperiales de dominación han convertido la subversión en una ciencia, ella debe ser estudiada, pero más vale la conciencia. Ni una ni otra faltarán, y EE. UU. cometerá sus mismos humillantes errores.
Publicado en Cubahora.cu