Y la explicación parece que funciona, pero de cuando en cuando el niño erre que erre vuelve a la carga. Y entonces se me ocurre darle una alternativa. De repente escucha en unos dibujos animados la palabra “espectacular” y le hace mucha gracia, “esa es una palabra bonita”, le digo yo. Él se queda estupefacto, con esos ojillos llenos de curiosidad y ganas de aprender. Lo malo vino después claro “espectacular es una palabra bonita y estúpido es una palabra fea, y los niños buenos no dicen estúpido porque es una palabra fea, dicen espectacular, que es una palabra bonita”. Ese fue su discurso durante días. ¡¡Uf!! Qué duro fue.
Pero lo importante es que ha entendido lo que quería explicarle, ha entendido que es mejor no decir palabras feas, aunque ya es consciente de ellas. Y es que no podemos evitar que vayan descubriendo el mundo, con sus cosas buenas y sus cosas malas.
Aunque si les explicamos que son mejores unas opciones que otras, conseguiremos mejores resultados a si les prohibimos decir una simple palabra…. fea.