Dormir es muy importante para que los niños tengan un buen desarrollo, se encuentren bien y estén preparados física y psíquicamente para afrontar el día. Dormir correctamente favorece que se consolide lo que los niños aprenden a lo largo del día, favorece la atención y la memoria, reduce el riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad, etc. Aunque hemos hablado en varias ocasiones sobre el sueño infantil, nos quedan todavía muchas cuestiones en el tintero, como por ejemplo el tema que abordamos hoy, qué se considera sueño normal en la infancia.
Como sabemos, sobre el sueño no existen unas reglas definidas, ya que cada niño tiene sus necesidades de sueño, influye la personalidad, el tipo de alimentación y otros factores que están relacionados aunque pudiera parecer que no lo están. El tiempo de sueño ideal es aquel que permite que los niños puedan llevar a cabo las actividades diarias con normalidad según la etapa del desarrollo en la que se encuentren, el estado emocional, el estado de salud, etc.
A medida que los niños se hacen más grandes dedican menos horas a dormir. En el caso de un recién nacido, lo normal es que duerma entre 16 y 18 horas al día. Esto es algo normal y necesario, gracias a este sueño prolongado se ahorra energía que se destina al desarrollo, maduran mejor los órganos, el sistema inmunológico, aumenta más deprisa de peso, crece más deprisa, etc. Con estos datos podemos darnos cuenta de que para un recién nacido, dormir es tan importante como comer.
Cuando los bebés cumplen 2 años de edad, el promedio de horas que duermen es de unas 13 horas, aunque claro está, siempre con excepciones, hay niños que duermen menos, incluso aunque no duerman la siesta o ésta sea muy corta. A partir de los 3 años y hasta los 5 años el tiempo de sueño se reduce a 10-12 horas y por norma general duermen una buena siesta de una o dos horas, pero algunos no quieren dormir. Si a pesar de no dormir no se muestran irritables, no hay que forzarles, ya que es posible que se reduzcan las horas de sueño nocturno que son muy importantes.
Entre los 6 y 10 años de edad, la media de tiempo de sueño se establece en 10 horas, tiempo que debería cumplirse para que puedan rendir intelectualmente en la escuela. Por ello es importante seguir una serie de normas o rutinas que favorezcan el sueño, el baño, leer un libro, escuchar música u otras actividades que les preparen para el sueño. Por supuesto, los dispositivos como los teléfonos móviles, el ordenador, el tablet, etc., no deben estar presentes en la habitación, al respecto os recomendamos retomar la lectura de este post sobre el denominado vamping.
Cuando los niños alcanzan la adolescencia es recomendable que como mínimo duerman entre 8 y 10 horas, algo necesario y fundamental para cualquier adolescente que quiera rendir correctamente en la escuela y/o practicando algún deporte. Por desgracia muchos adolescentes no duermen las horas necesarias y eso termina pasando factura, la mayoría duermen una media de 7 horas, quizá podamos pensar que dormir una o dos horas menos no sea un problema, pero a la larga se puede crear un déficit de sueño.
Con respecto a los despertares nocturnos, algunos padres creen que no es algo normal, pero en realidad sí lo es, hasta un 40% de los niños menores de tres años se suelen despertar por la noche, a partir de los 3 años el porcentaje se reduce al 15%, y a partir de los 5 años se reduce al 2%. En los despertares nocturnos influye la rutina de la hora de dormir, el lugar en el que duermen los niños y cómo se quedan dormidos, si toma o no el pecho, la angustia de estar separado de la madre, si el pañal está cargado, etc. Son muchos los factores que influyen en el despertar nocturno y algunos se solucionan adoptando una rutina.
Los bebés se suelen despertar varias veces por la noche, eso es algo irremediable y normal, y los padres deberán tener paciencia, poco a poco se reducirá el número de veces que se despiertan y lograrán dormir de un tirón. Os invitamos a retomar la lectura de este estudio desarrollado por el Grupo de Sueño de la Asociación Española de Pediatría (AEP) en el que se muestran las consecuencias de no mantener un horario y dormir las horas suficientes para garantizar un buen descanso.
Foto | Lars Plougmann
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Qué se considera sueño normal en la infancia