Las PASO argentinas de este domingo, más que una utilidad práctica para seleccionar candidatos (en la línea presidencial, todos las principales organizaciones y alianzas van con candidato único, lo que casi conllevó el cancelarlas), es porque será el termómetro del rechazo o aceptación al oficialismo y el nivel de importancia que tiene el kirchnerismo aún, bastante magullado en las de medio término de 2017 pero ahora “aparentemente” reacomodado.
Primero, es muy cierto que la gestión de Cambiemos (el macrismo) no logró los éxitos económicos que prometió en 2015. El gradualismo (la política de avance de medidas sin sobresaltos ni políticas de choque que implementó Macri) no logró los éxitos esperados por varias razones, entre ellas porque no supo medir realmente lo que le dejaba el kirchnerismo (algo entendible, después de años de falsos datos y estadísticas mendaces) y no quiso crear un terremoto político. También el contexto internacional (el fin del boom de las materias primas y, más cerca, la guerra comercial entre EEUU y China) les fue desfavorable pero, sin dudas, un factor importante fue la guerra interna del kirchnerismo (herido pero no muerto) y de algunos sectores inmovilistas del justicialismo. Segundo, el kirchnerismo se benefició de ese boomy de la correlación de fuerzas regional financiada por el chavismo; prebendalismo, corrupción, nepotismo y aislamiento fueron sus recetas pero para la amplia masa de sectores de niveles D y E era, como en la época de El General y su Evita, una “bendición” que fomentaba los ni ni que aprendieron, una vez más, a vivir de la teta munificente del Estado.Ahora, un macrismo con nuevas incorporaciones y con una economía deficiente pero en presunta recuperación se mide con un kirchnerismo que se autosupone maquillado sin estarlo pero que sobrevive de los dineros robados y de la añoranza del clientelismo. Este domingo, todos sabremos quién es el más aceptado de los dos binomios: el de los corruptos y los prebendalistas, el de la marcha atrás, o el de la clase media (la más afectada siempre) y el del reto de recuperar la Argentina, el del aún tímido avance. Esperemos.