Ahondando en estas reflexiones, ahora que nos acercamos, segun los adivinos de otros siglos, al fin de todo o al comienzo de algo, aunque a veces mejor que nos quedemos como estamos, entiendo que los únicos que han acertado han sido los que han dicho que por encima de las hecatombes y las crisis, los pobres serán cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Y esta sentencia podría servir no sólo para los individuos, también para los pueblos.
Un día, hace pocos años, las cámaras de una televisión se detuvieron al lado de un hombre que vivía en la calle. Nosotros estábamos en la burbuja esa de viva la vida, aquí todo es posible... y no hicimos ni puto caso de su premonición, que hablaba de un futuro muy negro para muchos millones de personas en un tiempo muy breve, es decir, aproximadamente en este hoy en el que estamos. "Muchas personas se verán, como yo, tirados en la calle "... A mi aquello me impresionó mucho.
Porque a la postre, la felicidad no es nada de lo que uno tanto persigue para él, preguntando si los demás saben dónde está y cómo conseguirla; dudando, lógicamente, de que exista o de que pueda confundirse con esos pocos momentos en los que luce el sol con fuerza en nuestra vida.
No somos nada sin el otro, sin los otros... Quiero decir que esa felicidad de la que tanto alardeamos, no sirve para nada, porque vivimos en un círculo, volvemos a encontrarnos, la historia se repite; nos acogemos a una ideología hasta que ese lider que nos seducía nos engaña y nos roba; nos echamos en brazos de alguien que nos promete el cielo hasta que se marchita o crece en el interior de alguno de los dos un sentimiento nuevo.
Dentro de la desdicha y de los malos tiempos que vivimos creo que es tiempo de disfrutar a diario de lo poco que tengamos. Que no hace falta ser adivino para saber que hoy estamos y mañana no estamos. Y como ahora estoy, aprovecho para desearles lo mejor para hoy y para el próximo año, si es que por un casual se detiene el fin del mundo que tantas veces nos vienen anunciando.
Imagen: @Pumar59