Ni siquiera las teorías vulgares acerca de los sentimientos (las que se aplican en la consideración ingenua y al uso, cuando, por ejemplo, se afirma que 'P ama de una manera anormal a Q', o 'Es normal que esté desesperado', o 'Esa dependencia que tú tienes de J es patológica') pueden evitar el uso de categorías como normal, anormal y patológico, impresindibles en nuestro acervo cultural actual.
¿Nomal o Anormal?
Es disculpable que en estas teorías ingenuas sean imprecisos o incluso no existan los criterios de demarcación de estos tipos de sentimientos; en el contexto del discurso entre dos o más interlocutores, se alcanza, si no un consenso, el entendimiento recíproco.
Sin embargo, no es disculpable que en las teorías psicológicas y psicopatológicas de las emociones los criterios de demarcación se soslayen, o se acuda -como en la psicopatología de aplicación de diagnóstico psiquiátrico- a criterios fenomenológicos escasamente fiables.
Se trata, no obstante, de una cuestión cuya importancia a nadie debe escapar. Las preguntas son las siguientes: ¿Cuándo un sentimiento, con independencia del tipo o cualidad del mismo, es normal? ¿Cuándo es anormal? ¿Cuándo es patológico?
Los criterios sobre los que basamos nuestro juicio acerca de la normalidad o anormalidad de un sentimiento son escasamente fiables. No bastan, desde luego, los criterios fenomenológicos. La anormalidad de cualquier sentimiento no puede inferirse de la cualidad o tipo de sentimiento.
No tiene sentido decir que amar es un sentimiento normal y odiar anormal, porque hay amores anómalos y odios normales. Ni siquiera sentimientos tales como la envidia o los celos son, por sí mismos, anormales. La calificación, en uno u otro sentido, depende de la teoría acerca de la anormalidad (y la inversa: de la normalidad) que se posea, se aplique y con la que se opere.
La bella y él
En ocasiones, los criterios de normalidad o anormalidad de un sentimiento se deducen del objeto que los provoca, lo cual es un error. '¿Cómo se puede amar a J, que es un ser indeseable?', nos preguntamos muchas veces. Francisco de Asís amaba al lobo, a las hormigas, a leprosos, a delincuentes y demás.
Se puede amar u odiar prácticamente a cualquier persona, animal o cosa, doctrina o afición, sin que el objeto provocador sea criterio decididor de la normalidad o anormalidad del sentimiento en cuestión. No podemos identificar la excepcionalidad con la anormalidad.
Amor ¿normal?
Un sentimiento es anormal cuando no le sirve al sujeto para el logro de la vinculación, expresión/apelación y organización subjetiva de la realidad y de sí mismo. En pocas palabras, cuando el sujeto fracasa en el cometido para el cual el sentimiento existe, o sea, cuando no logra la satisfacción del deseo que se propone, que son dos: o el logro o la ruptura de una relación.
El sentimiento surge para la satisfacción del deseo; si no es así y se mantiene, calificamos el sentimiento de anormal, porque demuestra su insuficiencia, bien para la obtención del placer, bien para la evitación del displacer, y el sentimiento entonces perturba a todo el sistema del sujeto.
Amor no correspondido
Se ama para ser amado; se odia para que el otro, cuando menos, se nos pierda de vista empírica o mentalmente. La vinculación a un objeto tiene como cometido lograr su reciprocidad, la transferencia de las emociones.
Amar, cuando la vinculación del objeto al sujeto no es posible, revela una anomalía que, sin duda, está en el sistema del sujeto. Odiar, hasta el extremo de desear la destrucción del objeto (lo que en psico patología se considera metafóricamente la destrucción: su inexistencia, su borramiento) cuando no es posible, también.
Los sentimientos son instrumentos para llevar a cabo lo que se pretende con ellos. En resumen, podemos decir: los sentimientos normales son útiles y benefician al sujeto; los anormales, inútiles y lo perjudican.
¿Sentimientos normales, anormales?
Los sentimientos anormales plantean, indirectamente, el problema de la relación entre anormalidad emocional y regresión. La regresión supone un insuficiente juicio de realidad. ¿Se justifica este planteamiento en este momento? Es cierto que los sujetos con sentimientos anormales, por su inhibición o descontrol, no tienen un déficit cognitivo permanente.
Pero parece evidente que los procesos cognitivos que nos permiten un juicio correcto y polidimensional de la realidad están eclipsados por la insatisfacción del deseo. Mientras el éxito 'eleva' unos peldaños la maduración del sujeto, el fracaso lo retrotrae y lo regresa, al menos, para el tipo de actuaciones modulares en las que el fracaso tuvo lugar.
Tras el fracaso, el retraimiento
En ellos aparece también algo que les diferencia del sujeto normal, a saber: mientras en éste las fantasías cumplen una función vicariante y la entrega a ellas subsana en alguna medida (la suficiente), la insatisfacción que resta, la fantasía no cumple esa función y es, por tanto, insuficiente e insatisfactoria. Estos sujetos precisan satisfacer su deseo con objetos reales, del mundo empírico:
R es una estudiante universitaria de 21 años, que fue apuñalada por su antiguo novio. Estuvo entrance de morir. Habían interrumpido las relaciones unos meses antes, pero ella había accedido a verle alguna vez para, de buenas maneras, decirle que no podía continuar.
Él había dejado los estudios de bachillerato y se dedicaba a lo que le salía, sin una ocupaciónfija. A ella dejó de interesarle, a medida que se elevó en su estatus intelectual. También habíacierta diferencia en el estatus económico, a favor de la familia de R.
Todo ello afectó mucho a su ya antiguo novio, que se sentía hundido. “Me habían humillado, nosólo ella, también la madre cuando no me pasaba la comunicación si la llamaba por teléfono.Estaba dispuesto a vengarme… Cuando salga de la cárcel volveré a hacerlo, porque no es que laquiera, es que me ha dejado hecho un trapo… Ella y su familia, la mataré, esta vez loconseguiré…”
Hay llamadas telefónicas desde la cárcel, a altas horas de la noche, con amenazas a R ytambién a sus padres. “Yo sé las consecuencias de todo ello… Pero no soporto lo que se me hahecho y me lo tienen que pagar… Claro que ella tiene derecho a decirme que ya no le intereso,pero es que yo he hecho para que volviera a interesarse por mí, le he dado pruebas, y por lovisto no le sirven….”
Fuente: Teoría de los sentimientos (Carlos Castilla del Pino)