Que sólo la existencia del Dios único es demostrable

Por Daniel Vicente Carrillo



Al generoso y prudente Señor
JOHANNES HUDDE
B. de S.
Generoso Señor:
No os he podido remitir la Demostración de la Unidad de Dios (a partir del presupuesto de que su Naturaleza implica necesariamente su existencia) que me habíais pedido, antes de ahora mismo pues mis ocupaciones no me permitieron hacerlo. Pero, para entrar ya en materia, estableceré las siguientes hipótesis.
1) La verdadera definición de una cosa, cualquiera que sea ésta, no incluye nada más que la naturaleza simple de la cosa definida. De donde se sigue que,
2) Ninguna definición implica ni expresa una multitud ni un número determinado de individuos; en la medida en que no implica ni expresa nada más que la naturaleza de la cosa tal como es en sí. Por ejemplo, la Definición del triángulo no incluye nada más que la naturaleza simple de éste; pero no un cierto número de triángulos: de esta manera, la definición de la Mente como cosa pensante o la de Dios como Ente perfecto, no incluye más que la Naturaleza de la Mente y de Dios, y no un cierto número de mentes o de Dioses.
3) Debe haber necesariamente una causa positiva por la que existe toda cosa existente.
4) Esta causa debe hallarse o bien en la misma naturaleza o definición de la cosa (y, en este caso, la existencia pertenece a la naturaleza de ésta o está necesariamente implicada por ella) o bien debe hallarse fuera de la cosa.
De estos presupuestos se sigue que, si en la naturaleza existe un determinado número de individuos, deben existir una o varias causas que dieron lugar a este número preciso y no a un número mayor ni menor. Si, por ejemplo, existen veinte hombres en la naturaleza (supondré para evitar toda causa de confusión que son los primeros y que existen simultáneamente), no basta, para conocer la razón de que sean veinte con que investiguemos genéricamente la Naturaleza humana, sino que hay que estudiar también la razón por la que no hay ni más ni menos que veinte hombres: pues, (según la tercera hipótesis) hay que establecer, para cada hombre, la causa y la condición de su existencia. Pero tal causa (según la segunda y la tercera hipótesis) no puede estar incluida en la naturaleza del hombre mismo: la definición verdadera del hombre no incluye, en efecto, el número de veinte hombres. Asimismo (por la cuarta hipótesis) la causa de que existan estos veinte hombres, y, por consiguiente, cada uno de ellos por separado, debe ser exterior a ellos mismos. Por tanto, hay que concluir de manera absoluta que todas aquellas cosas que se conciben como pudiendo existir en pluralidad numérica, son producidas necesariamente por causas externas, pero no por la virtud propia de su misma naturaleza. Como, sin embargo, (por hipótesis) la existencia necesaria pertenece a la Naturaleza de Dios, es necesario que su verdadera definición incluya también la existencia: y es por ello, por lo que hemos de concluir la existencia de Dios de su verdadera definición. Pero, de su verdadera definición (como ya demostré antes, a partir de la segunda y la tercera hipótesis), no se puede concluir la existencia necesaria de muchos dioses. Sólo puede concluirse, así, la existencia de un Dios único. Que es lo que había que demostrar.
Este, generoso señor, me ha parecido en esta ocasión el método más idóneo para demostrar esta tesis. Demostré esto mismo con anterioridad, de otra manera, sirviéndome de la distinción entre Esencia y Existencia. Pero, para el propósito que me indicásteis me pareció más afortunado mandaros la presente demostración. Espero que os satisfaga y me interesará conocer vuestra opinión sobre ella. Mientras tanto, tened la certeza de que seguiré siendo etc.
Voorburg, 7 de enero de 1666

Spinoza