El neoconservadurismo surgió en los Estados Unidos a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, en torno a un grupo de demócratas liberales y antiguos trotskistas críticos con la política del Partido Demócrata. Buena parte de los trotskistas eran judíos que fueron distanciándose del comunismo frente al antisemitismo de Stalin y, tras el establecimiento del Estado de Israel, a causa del apoyo soviético a los países árabes. Partidarios de un mayor gasto militar y de ferviente anticomunismo, los neocon consideraban que la expansión de la democracia por todo el orbe beneficiaría los intereses de los Estados Unidos. Defensores a ultranza del capitalismo más agresivo, rechazaban el modelo de Estado de bienestar basado en las políticas keynesianas de posguerra. Irving Kristol fue uno de sus fundadores, considerado como el padrino de los neocon hasta su muerte en 2009. Los neocon están integrados en el Partido Republicano.
En el contexto internacional, los neocon se evaden del realismo que considera a los estados como amorales para pasar a catalogarlos como buenos y malos. En sus esquemas, Estados Unidos representa el máximo exponente del bien, por lo que su modelo político, sus intereses económicos y el mantenimiento de su hegemonía justifican cualquier acción o injerencia en el exterior. De esta tesis surgieron, durante el mandato de George W. Bush, los conceptos de guerra preventiva y eje del mal.
Las tesis neoconsevadoras fueron asumidas en los años ochenta por Ronald Reagan, el cual, junto a la primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, exportó el modelo económico neoliberal a través del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En el año 2000, George W. Bush llegó a la Casa Blanca e integró en su Gabinete a varios neoconservadores: Donald Rumsfeld como Secretario de Defensa; Dick Cheney como Vicepresidente; Paul Wolfowitz como Vicesecretario de Defensa... Contrastaban con la presencia del moderado Collin Powell, un hombre inteligente, popular y, al parecer, integrado en la Administración Bush por insistencia del padre del Presidente, George H.W. Bush [1]. Otros integrantes del lobby neocon son Condoleezza Rice, Richard Perle, Robert Kagan, Karl Rove, William Kristol, John McCain, Francis Fukuyama... Cuentan con el apoyo de The Wall Street Journal, The New Republic y The Weekly Standar [2].
De derecha a izquierda: George W. Bush, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.
Sin embargo, el verdadero punto de inflexión para la ofensiva neocon fueron los atentados del 11 de septiembre de 2001. Así lo afirma Dario Valcárcel:
"Una de las cosas que debemos a Al Qaeda es la emergencia en fuerza de los neocon, enhorabuena. [...] Dicen que muy poco después de los atentados del 11-S, Wolfowitz le vendió a Bush su antiguo proyecto de ataque a Irak. No relacionado con el terrorismo, sino con el reshape de la zona" [3].
El 11-S se convirtió en el pretexto de los neocon para tratar de remodelar el mundo a su antojo incluso, como se ha comprobado, al margen del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es en este marco donde debemos situar el famoso Eje del Mal de Bush: Irak, Irán y Corea del Norte.
El neoconservadurismo ha calado entre algunos dirigentes extranjeros. En el caso de España, José María Aznar es un claro referente, cuyo segundo mandato se vio claramente influenciado por las politicas neoliberales de su homologo George W. Bush. Un pequeño lobby representante de este modelo en España es el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), fundado en 1986 por un grupo de intelectuales.
[1] ALONSO ZALDÍVAR, Carlos y VALCÁRCEL, Dario: Una conversación sobre Irak. Madrid, Biblioteca Nueva, 2003, pag. 29.[2] Ídem, pag. 21.
[3] Ídem, pág. 24.
FUENTES
TAYLOR, Steven L.: 50 teorías políticas apasionantes y significativas. Barcelona, Blume, 2011, pág. 144.
ALONSO ZALDÍVAR, Carlos y VALCÁRCEL, Dario: Una conversación sobre Irak. Madrid, Biblioteca Nueva, 2003.
bitacorapi.blogia.com